Despertar del 26 de julio
Despertar de Ana
El despertar para Ana comienza con el sonido del despertador, con la evidencia de que hay más gente en el edificio. hay chicas en las habitaciones contiguas y alude a su preocupación por encontrarse con los chicos casados, con su idea de que los matrimonios duermen juntos y algunos están en la misma planta que las chicas, por lo que se teme un inoportuno encuentro por el pasillo, aunque con la tranquilidad de que mientras no salga de su dormitorio dispone de intimidad y tranquilidad suficiente como para que no haya de inquietarse por la presencia de nadie.
¡Ana con su aspecto de recién levantada! Va a desvanecerse su encanto, su magia ¡Oye! ¡¿Qué hacemos nosotros en el dormitorio de Ana a primera hora de la mañana?! Fuera, fuera, que hemos de dar tiempo a que se asee, a que esté presentable para el mundo y en particular para Manuel. Esta vez será la primera vez que le dé los buenos días sin tener que esconderse de nadie, sin reparos. Manuel ya es su novio, lo sabe todo el mundo, sobre todo él lo tiene claro. Porque lo tiene claro…. ¿verdad? Ya se han reconciliado, y están en la convivencia de novios, han llegado juntos y el deseo de Ana es que también se marchen juntos, que su fin de semana se alargue un poco más, que haya tiempo para ellos y no sólo para compartir y coincidir en las actividades del grupo.
Mejor, ahora la dejamos tranquila, ¿No os parece? Porque da la impresión de que se ha despertado y levantado un tanto nerviosa, emocionada. Manuel ya no esta en Toledo, ¡está allí! Está allí por ella, porque la quiere porque han conseguido volver a entenderse y superar ese primer contratiempo, desencuentro, ese primer bache. Ahora sí que han hablado con calma y están de acuerdo. Ahora Ana ya se puede permitir buscar esa complicidad entre ambos sin temor a nada, porque se siente escuchada, valorada en todos los sentidos, se ha tropezado con media naranja y todo encaja a la perfección.
Pero vayámonos, salgamos de la habitación con toda la discreción que podamos para no molestarla, dejemos que se levante y asee sin la sensación de que la observa todo el mundo, porque no pica la curiosidad por saber cómo será ese primer saludo de la mañana. Demosle tiempo a que se tranquilice, para que Manuel, cuando la vea, se vuelva a enamorar de ella por enésima vez y vuelva a hacerlo cada vez que se crucen sus miradas, sus caminos. Dejémosla tranquila, porque esta mañana, si que sí, ambos van a recibir el apoyo y el respaldo del grupo, porque si lo suyo va en serio, lo normal es que todo el mundo les apoye. Ana tiene que ser feliz, encontrar ese descanso para su corazón cuando la salud de falta y Manuel también se merece que al menos esta vez esta historia de amor no termine en calabazas.
Despertar de Manuel
La noche anterior se despidieron en la puerta de la capilla y para Manuel fue como si se hubiera detenido el tiempo, de manera que cuando Ana acude a la capilla a primera hora de la mañana, se encuentra con que éste no está por allí. Se ha dormido, algo le ha debido entretener ¿Dónde se ha metido?
Cuando bajé a la capilla ya era casi la hora, pero me asomé por la puerta y entre la gente que había allí no distinguí a Manuel, por lo cual, en lugar de esperarle dentro, preferí quedarme en la puerta.
Ana
Luego dicen que las chicas son unas tardonas, pero Manuel parece que no tiene prisa en bajar en volver a reunirse con Ana. Ella que ha bajado toda emocionada, ilusionada con ese primer saludo de la mañana, suponemos en compañía de alguna de sus amigas se encuentra con que su chico se retrasa, que no se muestra muy responsable con los horarios, se le han pegado las sábanas. Tal vez haya subido a buscarla, quizás se haya quedado en el descansillo confiado en verla bajar, pero ella se le ha adelantado, porque una chica decente no se va entrar en el alojamiento de los chicos a esas horas de la mañana. Deberían haberlo hablado antes de irse a dormir y no dar por sentado que sencillamente se volverían a encontrar allí. Por culpa de la tardanza de Manuel, por esa falta de comunicación entre ellos, van a ser la nota discordante, se vana poner en evidencia, De modo que Ana prefiere esperar quiere que entren juntos, que recen juntos, que sea un día para estar juntos y en pareja. le ha de convencer para que el domingo por la tarde se quede, para que supere esos temores suyos a que ella le proponga que hagan planes allí, porque lo que de verdad ha de importar es que se van a tener el uno al otro.
Cuando Manuel por fin aparece, de los últimos, sin que haya reproches por parte de Ana, tan solo una sonrisa de disculpa por parte de Manuel y, en cierto modo, de decepción, como dando a entender que su tardanza se debe a que esperaba encontrarse con ella, que de algún modo los dos habían coincidido en la misma idea, pero cada uno esperaba al otro en un sito distinto Manuel es el primero en comprender que en su caso se ha equivocado. En todo caso, como respuesta a esa sonrisa por su parte, al detalle que ha querido tener con Ana, aunque ésta se haya mostrado tan prudente y discreta como siempre, el saludo de buenos días incluye un beso en la mejilla y un tomarse de la mano para entrar juntos, para que ninguno de los dos se separe del otro ni se pierda por el camino. Han de sentarse juntos en el mismo banco, compartir el diurnal. Tienen que empezar a actuar como pareja, encontrar esos momentos para compartirlos.
Habíamos cenado juntos y por la mañana desayunábamos allí
El buen clima del desayuno, esa felicidad irreprimible por estar juntos, compartiendo mesa, mantel y desayuno, aparte de disfrutar de la buena compañía de los amigos sin tener que esconderse de nadie, provoca que Manuel le haga a Ana un comentario jocoso que ésta no se toma demasiado bien. Hasta ese momento todo ha sido perfecto porque la imagen, el concepto que da a entender de su relación, no deja a ninguno en muy buen lugar. Están en la convivencia de novios, han de demostrar una cierta seriedad y ese comentario jocoso y sin mala intención, más que resaltar el hecho de que están juntos se convierte en una torpeza
Me advirtió que el beso de buenos días de aquella mañana sería el primero de muchos o el último de todos. Dependía de lo cauteloso que fuera con mis alusiones y de la impresión que diera a los demás de nuestra relación.
Manuel
Ana que ha comenzado el día de buen humor, ilusionada con la idea de pasar todo el día, e incluso el fin de semana en compañía de Manuel, de pronto se encuentra con que no hay demasiada sintonía entre ellos, que éste no la respeta tanto como debería. se plantea esa relación de pareja como su fuera un mero entretenimiento. Así era normal que entre las amigas de Toledo a quienes se había intentado acercar no se hubiera creado su propio club de fans. Empezaba a comprender los motivos, a entender que tal vez ella se hubiera precipitado al abrirle el corazón de aquella manera
Si era así cómo pensaba, lo mejor era que recogiera su mochila y se marchara, porque carecía de sentido recibir algo en lo que no creía.
Ana
Ya se lo han advertido las amigas en alguna ocasión «Tú no estás enamorada, estás ciega», incluso su madre, sobre todo su madre, le ha puesto mil y un reparos a esa historia de amor y con esa actitud un tanto impertinente Manuel parece empeñado en darles la razón a todos aquellos que no ocultan sus reparos. Ella no es una chica que se vaya con el primer tonto que pase por delante la de la puerta de su casa, aunque con él haya hecho una excepción. pero sobre todo, ella es una chica que tiene las ideas muy claras con respecto a la relación que espera haya entre ellos y si éste ha malinterpretado esa primera noche, cuando quedó claro que se habían despedido en la puerta de la capilla, cualquier otra insinuación está fuera de lugar. Es más, todos sus amigos son testigos de que allí no ha sucedido nada de lo que se tengan que escandalizar, más que del hecho de que Manuel habla sin pensar.
Por supuesto que Manuel se disculpa y, como suele decirse en estos casos, la sangre no llega al río, el desayuno no termina de mala manera, pero les deja a ambos tocados. Hasta ahora Ana ha sido testigo de esas torpezas sin que le afecten de manera tan directa, aunque las sufridas en los meses previos tampoco le hayan resultado indiferentes. Sin embargo, ahora ya no son las torpezas del chico que la pretende y al que puede ignorar, se trata del chico con el que pretende labrarse un futuro como pareja.
¿Es Manuel su chico ideal?
¡Ay, cuánto en lo que pensar! Por suerte tras el desayuno regresan a la capilla, a las meditaciones y Manuel se puede mantener callado durante un rato, pero sin que le aleje demasiado, no vaya a ser que le echen a la calle por tonto. Ella aun no ha llegado al colmo de su paciencia, de modo que eso de «regalar a su novio» no es algo que se haya planteado muy en serio, que se abstengan las interesadas de preguntar porque este «tonto» aún tiene cabida en su corazón, lo único es que ahora empieza a conocerle un poco mejor y siente que ha de recomponer el puzle de su vida en común.
El muy tonto parece querer hacer méritos para que el domingo por la tarde le mande de regreso a Toledo con los amigos, en el primer coche que salga para allá. Da la sensación de que no demuestra mucho interés por alargar el fin de semana, de no ser muy consciente de lo relevante que es para ella que sean capaces de lograr ese entendimiento, que él también necesite que pasen tiempo juntos.
Esfuérzate un poquito más ¿quieres?
No pensaba ser ella quien fallara, por lo cual toda la responsabilidad recaía sobre mi actitud, aunque el premio de tanto esfuerzo e interés durante aquel fin de semana estuviera en quedarme el domingo a dormir en su casa, cuando no en darle plantón e irme con quien me había llevado hasta allí con todo lo que de ello se derivase.
Manuel
Sigámonos conociendo un poco más a ver qué pasa. Queda mucho día por delante

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