Entrada reeditada y modificada «Proyecto de amor» 21/09/2021
Introducción
Me meto en camisa de once varas al hablar de esto, pero en más de una ocasión he escuchado hablar de ello y, en realidad, no estoy seguro de que tenga algún sentido, pero es algo que he incluido en mis novelas, como parte de la personalidad y manera de actuar de mis personajes, de la relación entre éstos nivel sentimental de pareja. Es posible que tras la aclaración y mis explicaciones haya quien argumente, con razón, que he pecado de ingenuidad, que he oído campanas, pero en mi cabeza. Que es cierto eso de que a veces le pongo demasiada imaginación a mis novelas y falta realismo, sin que en ningún caso haya pretendido crear un manual de relaciones personales basado en mi experiencia ni como enseñanza para nadie, aunque de algún modo se refleje en ello mi manera de pensar, que de todo uno aprende y en todo uno se equivoca.
El caso es que, según mi entendimiento, lo que he escuchado por ahí y ha quedado plasmado en mis novelas, las mujeres, en sus relaciones sentimentales, buscan a un hombre al que cambiar, al que moldear. Lo que, en cierto modo, rompe con la idea del típico macho y deja a los hombres a la altura del betún. Pone a las mujeres en un pedestal y hace realidad ese típico rumor de que el gran misterio del universo son las mujeres, porque los hombres, pobres de nosotros, no somos capaces de entenderlas y nos tienen comiendo de su mano casi sin que nos demos cuenta.
Esperando a mi Daddy

En esta novela lo del «proyecto de amor» tiene una doble vertiente y, en cierto modo conviene que destaque ambas porque afecta a personajes y relaciones distintas.
Hay un amor de pareja, un romanticismo latente en la época en que ésta se desarrolla en Medford, dado en lo referente a Jessica se queda en nada, porque ella vive a la espera de que su anhelado Daddy y sus pretendientes se quedan con las ganas. Tan solo su amistad con Peter Bowie se puede interpretar que va un poco más allá, pero desde el primer momento ella deja claro que no le interesa, que si ha de escoger, prefiere marcharse en busca de Daddy y no atarse a nadie a nivel sentimental.
Jack y Luz
Sí de esa parte de la novela destaca alguna historia de amor, aunque se desarrolle de manera indirecta y paralela a la historia central es la de Jack y Luz. Una historia de cuento, de príncipes encantados, en un ambiente universitario, a la que no el falta de nada, salvo ese personaje malvado que se interponga entre ellos, más que ellos mismos y sus propios conflictos. En medio de esta historia anda Jessica como testigo, como personaje secundario.

Jack Catcher es el típico rico, de éxito, por el que toda las chicas de un modo u otro suspiran. Es «Jack Catcher» y con eso está todo dicho. En principio, dada esa personalidad arrolladora y bien definida, resultaría ilógico pensar que encaje con esa idea de chico que se vaya a dejar manejar por el amor de su vida; que vaya a comer de su mano con tanta facilidad. En serio «Es ¡Jack Catcher!» No es un dulce gatito. Según Sharon, es un engreído. Es decir, bueno para la vista, pero poco más.
Sin embargo, Luz McPherson le tiene atrapado en sus redes y le tiene agarrado por su línea de flotación. enamoradito perdido
El gran Jack Catcher tan solo teme defraudar a dos mujeres en su vida, a su madre, a su novia.
Es una chica sencilla, universitaria, y con firmeza en sus creencias, hasta que Jack se le cruza por delante y reniega de todo por amor, entre otras razones.
Da la sensación de que es Jack quien debería llevar los pantalones en esa relación, pero es que «el pobre se ha enamorado» y ha de vivir con los pies en la tierra, ya que es muy dado a invertir en proyectos alocados que no siempre acaban bien.
Daddy y Jessica
Aquí no hay como tal un «proyecto de amor» en sentido estricto, porque entre ellos no tiene cabida ese romanticismo porque sería incesto, de manera que no. Pero, sin duda, Jessica se encuentra con la tesitura de tener que convencer a Daddy de que se crea su historia y la acepte en su vida, que se labren un futuro en común como familia, padre e hija.

Es decir, entre ellos hay una convivencia, una necesidad de entendimiento.
Ante la evidencia de que no hay nadie más con quien desarrollar ese juego, Daddy se convierte en la víctima propicia para convertirlo en «el padre perfecto». Éste ha de asumir esa paternidad, por mucho que la idea no le convenza del todo.
De manera que del recelo ha de pasar a la aceptación, con el inconveniente y la limitación de que la relación entre ellos ha de quedar clara en todo momento. Por lo cual, Daddy se encuentra con esa pequeña vía de escape, porque Jessica tiene un tanto idealizada la imagen de su padre y ello no cuadra demasiado con la idea de que éste se muestre tan ingenuo y sumiso con ella.
¿A qué se le ha de dar más importancia?
Ella se quiere sentir orgullosa de su padre, como éste lo ha de estar de ella, pero le inquieta la impresión que los demás se puedan llevar.
Por otro lado, Daddy no es precisamente otro «Jack Catcher». Sino, más bien, uno que se ve superado por las circunstancias y a quien la paternidad le viene un poco grande, le descuadra todos los planes.

Conclusiones
Lo que entiendo y hablando con un poco más de seriedad, es que todo proyecto de amor dentro de la pareja ha de ser algo compartido, común para ambos. El proyecto Jack y Luz, sin duda es tener un futuro, formar una familia. Lo que se complica un poquito, aunque al final de la novela es lo que consiguen después de superar más de un problema y silencio.
Se sobreentiende que Jack y Luz lo consiguen sin problema, pero eso ya forma parte de sus vidas, con independencia de la de Jessica o de lo que ésta cuenta de sí misma.
En realidad, llegan a venir en dos ocasiones a Toledo, de visita, y se les ve bastante felices, cada uno haciendo gala de su personalidad.
conclusión sobre el amor
El amor ha de estar basado en un proyecto de vida, al menos esa es mi manera pensar por utópica e idílica que suene, que se quiera plantear en mis novelas. que sea cierto o no eso de que hombres y mujeres parten de un objetivo distinto ya depende de cada cual. El caso es que sea de una manera u otra las piezas encajen y la pareja encauce esa relación en la misma direcció,n a pesar de las dificultades que se presenten con el camino, porque negar esos tropiezos no sirve de nada. Y, si todo encaja, no es tan malo que el hombre sea un poco menos el típico macho, que como dulce gatito no pierde simpatía ni encanto y la mujer sepa que le quedan bien «los pantalones», aunque quiera llevarlos a escondidas y no haya inteligencia en el universo que la entienda.
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