Introducción
Tenemos a Manuel y a Ana,- a Ana y a Manuel- sentado a la sombra de un árbol con intención de hablar por fin de su futuro y de su particular historia de amor, ya que hasta ahora no han tenido tiempo ni ocasión de mantener esa conversación seria y trascendental en sus vidas, aunque ambos hayan dado por sentado que por fin empiezan a entenderse a crear ese clima de complicidad entre ambos.

¡Aún no me lo creo del todo!
Para Manuel la misma chica que dos meses antes le había considerado el último de sus pretendientes, de los chicos en que se fijaría, en caso de llegar a plantearse iniciar una nueva historia de amor, es la que ahora le observa con ojos de enamorada y tan solo tiene ojos para él la misma que tiene mucho de explicar porque su radical cambio de actitud le ha dejado sin palabras, en shock.
En realidad no hubo más tiempo para tanta sinceridad, ella me había llevado a ese rincón porque quería una respuesta sincera a sus sentimientos, pero se lo dije con la mirada, con los gesto de mi cara. No reprimí esos sentimientos cuando podía mostrárselos con plena libertad. De mis labios sólo salió una confesión de amor, la misma sinceridad que ella me había susurrado al oído el día anterior y que en aquellos momentos me pudo decir a la cara.
Manuel. Silencio en tus labios, Domingo, 20 de abril, 2003 (9)

Ambos se cuentan el uno al otro como ha sido su vivencia de aquellos días, cómo han sobrellevado eso de jugar al gato y al ratón, buscándose y la par reprimiendo sus sentimientos por no querer demasiado expresivos ante el temor de no verse correspondidos. Ambos se sinceran.
Ana intenta dejar claro que su iniciativa, el hecho de haber dado ese paso adelante, no ha sido fruto de un arranque repentino, hasta el punto de haber pasado por momentos en que se había llegado a sentir un tanto desencantada y desilusionada con respecto a esa posibilidad porque el comportamiento de Manuel resultaba un tanto inapropiado, que la evitaba cuando ella buscaba propiciar ese acercamiento.
La confiesa su intención de que hubieran hecho el camino de Emaús juntos, aprovechado esa hora y media larga para mantener la conversación que estaban manteniendo allí y que tampoco se debía alargar en exceso porque la asamblea está a punto de iniciarse y ellos no se puede quedar al margen. También reconoce su frustración e impotencia cuando Manuel cometió la torpeza de rechazarla como compañera y ello la obligó a buscar una manera más indirecta de conseguir que al final hicieran juntos el camino.

¿Por qué yo?
Lo destacable de esta conversación no es tanto la falta de tiempo ni el hecho de que por lo que se cuenta en ambas versiones de la novela parece que el tiempo se ha detenido porque la conversación entre ellos parece infinita. Lo destacable es que Manuel no hace una pregunta que se supone fundamental en esta relación:
¿Qué ha cambiado para que Ana ahora se muestre tan enamorada?
Podemos pensar y deducir que, dado que la relación está en sus comienzos y que tienen el resto de sus vidas para responder a esas inquietudes, no hay necesidad de dar muchas explicaciones. Sin embargo, he de admitir que es una de las cuestiones y dudas latentes a lo largo de toda la novela.
Ana, la chica que en un primer momento le advirtió que la olvidase, si no quería que tomara medidas, que de seguro no le iba a gustar; que le advirtió que aquel supuesto romance podría conllevar su alejamiento del grupo; que estalló con una bomba ante la sola insinuación de que Manuel se presentase en su casa, en su ciudad, e invadiera su espacio personal, ahora actúa ante él como una chica enamorada y receptiva.
Si se tratara de algo pasajero, compartir o no ese tipo de confidencias resultaría irrelevante, porque no se esperaría un compromiso serio por parte de ninguno de los dos. sin embargo, ésta es una novela romántica que esperamos acaba con un final feliz.
El silencio de Ana
Que Ana evite hablar de ello, por lo que puedo contar del desarrollo de la novela, por lo que se sobreentiende de todo lo sucedido hasta este momento, este callar se considera necesario, aunque no se trata de ocultar ni de engañar a nadie tan solo de un pequeño detalle sobre el que Ana no esta del todo segura.
¿Son Manuel y «El Poeta» la misma persona? De la novela, sin que se haya una mención directa a este extremo, se puede concluir que Ana está bastante segura de que sí, que las no muy buenas impresiones y sensaciones que le causa el primero se ven sobradamente justificadas con las bondades que le provoca el segundo.
Por el momento prefiere no desvelar este secreto, porque tampoco está muy segura de si Manuel también ha llegado a la misma conclusión por la parte que le corresponde. Ana es la chica que se esconde bajo la identidad de «La Dulce Gatita«.
En cualquier caso, entendemos que Ana espera que Manuel se interese por ella, como ella quiere interesarse por él, sin secretos ni dobles identidades. Hemos de pensar que ella esta segura del paso que ha dado y que Manuel sabrá estar a la altura de las expectativas, aunque haya de darle algún que otro empujón.

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