Introducción
Thursday, June 15, 1995 (08:00 PM)
Ya se menciona en la novela y en entradas anteriores (El Corpus en jueves) que Jessica tiene la ocasión de ver la procesión del Corpus Christi por televisión, sin saber desde qué lugar del mundo la retransmiten, en caso de que sea en directo o si se trata de una grabación en video.
El caso es que las imágenes son sin sonido, no hay nada que distraiga o ayude a despejar dudas. Es un primer acercamiento al Toledo real, que tiene relación con acontecimientos posteriores.
Diario de Jessica
(fragmento escrito para este post con ayuda de AI)
Thursday… 15… Final Exams………………… Rain
.…………………………. Corpus Christi Day………. Not holiday
Querido diario,
Hoy vi algo que no sé si podré explicar bien, pero voy a intentarlo.
Nos pusieron un vídeo en la sala común. Ana y Mónica aseguraron que era algo excepcional, un must-see porque “era crucial para entender nuestras raíces”. Como si yo tuviera raíces, cuando en realidad solo poseo una maceta marchita. Era una grabación muda, sin narrador ni subtítulos, solo una serie de imágenes. Pero, ¿realmente hacía falta más? Con un simple vistazo era suficiente.


Al principio pensé que era una película de época. Una ciudad que parecía sacada de una postal antigua: calles de piedra, balcones llenos de flores, toldos de colores flotando sobre las cabezas. Me costó creer que fuera real. Que eso estuviera ocurriendo ahora, en el mismo planeta donde yo desayuno cereales rancios y espero que no me toque lavar los platos.

Pero no era ficción. Era una procesión. Y no cualquier procesión: era la del Corpus Christi. Ana lo dijo después, casi como al pasar, como si todos supiéramos lo que eso significaba. Yo no lo sabía. Nunca lo había oído. Pero el nombre se me quedó pegado en la mente. Corpus Christi. Cuerpo de Cristo. Suena a algo inmenso, ¿no?

La gente caminaba muy seria, como si cada paso fuera parte de un secreto sagrado. Había niños vestidos de blanco —supongo que de Primera Comunión—, soldados, curas, monjas, músicos que no podía oír pero que me imaginé tocando algo solemne, de esos que te hacen erguir la espalda, aunque no sepas por qué.
Pero lo de hoy fue distinto. Esa ciudad, ese pueblo, ese lugar del otro lado del océano, no celebraba una misa. Celebraba la presencia de algo. No con gritos ni fuegos artificiales, sino con flores en el suelo, con silencio que hablaba, con pasos que parecían oraciones.

La puerta de la catedral —una de esas puertas inmensas que parecen construidas para gigantes, aunque no la principal, situada en uno de los laterales— estaba abierta de par en par, adornada con flores.
En la calle, frente a esta puerta lateral, estaban los soldados en formación, como si esperasen algo. Por delante de esa puerta, bordeando la catedral, ya habían procesionado gente de todo tipo, cada grupo vestido con sus ropajes.

Y entonces, apareció La Custodia con el Corpus Christi por la puerta con toda solemnidad. Una especie de torre dorada que parecía flotar en el aire, tan luminosa que ni siquiera la cámara podía captarla del todo. El sol se reflejaba en cada detalle, y por un segundo, juro que parecía que el oro mismo respiraba.
La Custodia cruzó el umbral despacio, llevada entre varios hombres que caminaban con una seriedad que daba escalofríos. No parecía que cargaran un objeto, sino un secreto. Algo sagrado. Algo vivo. Pero, una vez traspasado el umbral, se detuvo.

La gente presente en la calle tampoco se movía. Solo miraban. Y aunque no pude escuchar nada, sentí el silencio. Un silencio lleno de espera, como cuando el telón está a punto de levantarse y todos contienen el aliento. No sé si hubo música, aplausos o algún discurso de las autoridades.

En ese momento, algo dentro de mí —algo que normalmente está apagado— se encendió. Sentí que estaba viendo algo que no se ve todos los días. Que no era solo religión, ni solo tradición, ni solo historia. Era otra cosa. Algo de lo que no tengo palabras para explicar.
Y eso me hizo pensar en mi vida aquí, en Medford. Donde todo es práctico. Las puertas se abren con tarjetas. Las calles huelen a gasolina. Las procesiones que conozco son filas en la cafetería. La belleza, si la hay, es discreta. Digital.
Pero hoy vi una puerta abrirse y no era solo madera tallada: era un umbral. Una forma de decir: “Aquí pasa algo más que humano”.


Y aunque estaba sentada con mi pijama de siempre, entre las paredes grises de esta casa de acogida, sentí que también yo estaba allí. Aunque nadie me viera. Aunque no entendiera todo.
Y yo, desde el sillón raído de la sala común, con mi moño mal hecho y una manta con agujeros, sentí que algo se me abría por dentro. No sé si era fe, nostalgia de algo que nunca viví o solo belleza. Pero se sintió real.
Pensé en Daddy. En si él conocería esta fiesta. En si alguna vez me habría llevado a una procesión así, si las cosas hubieran sido diferentes. Pensé en mí. En la Jessica que soy y en la que no sé si podría llegar a ser.
No sé si algún día caminaré en una procesión así. No sé si mi fe algún día tendrá forma de paso firme y perfume de tomillo. Pero hoy supe que el Corpus Christi no es solo una fiesta religiosa, de domingo. Es una declaración. Es decir: “Aquí creemos. Y lo mostramos. Lo celebramos. Lo adornamos con flores”.

Conversando

JESSICA: Nunca pensé que ver algo por la tele sin sonido me dejara tan… no sé, como si estuviera allí y no al mismo tiempo. ¿Vosotras lo habíais visto alguna vez?
JODIE (arqueando una ceja): ¿Una procesión con toldos colgando entre los balcones y una torre de oro flotando? Nope. Ni en la Navidad de Boston se ve eso.
BRITTANY (sorbiendo un batido): Se llama “Custodia”, Jodie. Es para llevar la hostia consagrada; lo explicó Ana el otro día. Aunque confieso que pensé que se iba a caer en alguna de esas esquinas estrechas.
JESSICA (sonriendo): A mí me pareció… impresionante. Como si toda la ciudad se pusiera de gala por algo sagrado. Y no hemos escuchado la música ni el sonido, pero era como si pudiera escuchar los tambores en mi cabeza.
JODIE (bromeando): O eso, o fue el eco de Ana diciendo “fíjense en la solemnidad” cinco veces.
BRITTANY (mirando a Jessica): Pero a ti te gustó de verdad, ¿no?
JESSICA (asintiendo suavemente): Sí. No sé por qué, pero sentí como si… como si conectara con algo. Algo más grande. Aunque solo lo vi desde un viejo televisor en el rincón del salón.
JODIE (levantando su batido): Brindemos por las fiestas que ni parecen fiestas, pero que te dejan pensando durante días.
BRITTANY (chocando su vaso con los de ellas): Y por la televisión sin sonido, que a veces dice más de lo que creemos.

Origen
- Esperando a mi Daddy. Friday, June 23, 1995
- Reflexiones personales
- Conversaciones con ChatGPT
- El Corpus en jueves
- ¡Que ya sale La Custodia!
- Vamos de fiesta.
- Militares en el Cospus

Debe estar conectado para enviar un comentario.