Esperando a mi Daddy (4)

Tuesday, October 3, 1995

06:20 AM. Bedroom

Suena el despertador

Hoy no sé si me apetece levantarme a ir e a clase. Hace dos semanas el día se estropeó por una tontería, por ese desencuentro con Yuly. Pero lo cierto es que esta mañana me siento mucho más animada y motivada que entonces. Aunque no me entusiasme demasiado eso de tener que ser yo quien les hable a mis compañeros del Foreign Language Club de algo relacionado con España, cuando en clase de Spanish me sigo mostrando tan reacia a participar como el primer día y no tengo claro cuánta paciencia puede llegar a tener Mr. Bacon conmigo. Sin embargo, quien se muestra un tanto intrigada con mi actitud es Ana. A pesar de que se alegra de que haya encontrado la manera de superar mis bloqueos y, después de todo, al final, no parece que haya sido tan mala idea esto de que me quedase en el internado porque empiezo a dar muestras de sentido común. Aunque, para ser justa, es una situación que me inquieta un poco y no veo ningún cambio por parte de los chicos que continúan teniéndome como el objetivo de sus burlas. Mi único refugio es la amistad de Yuly, en quien sé que puedo confiar plenamente. Como ella en mí. Ya no hemos vuelto a pelearnos y ambas somos algo menos impulsivas a la hora de involucrar a la otra en esos impulsos.

Esta mañana, además, no va a venir nadie a despertarme. Por lo cual, se fían en que acudiré a clase con puntualidad y normalidad; que seré capaz de organizarme para desayunar y no perder el bus, aunque la primera clase sea la de Spanish. Sobre todo, porque me temo que, como Mr. Bacon no me vea por clase, tendré mucho que explicar y aún me queda rematar algunos detalles de mi redacción sobre “El Camino de Santiago”. En realidad, he de confiar en que no sea Yuly quien llegue tarde y mucho menos que falte a clase, porque ayer le dejé el texto para que le echase un último repaso, por si le añade o corrige algo, sin que yo me quiera quitar mérito. Ana ha querido ser testigo de que me lo tomaba en serio. Como le dije hace dos semanas, he preferido esforzarme en hacer una única redacción o, de lo contrario, hubiera hecho un esfuerzo doble y perdido tiempo para las demás asignaturas. De hecho, espero que nadie me diga que ha sido ella quien lo ha hecho todo. Tan solo me ha dado algunas indicaciones, al igual que Yuly. Por suerte, la nota no será compartida y espero que merezca la pena. Sobre todo, no espero verme en una tesitura similar. Al menos no con temas relacionanos con España, si hay ocasión de cambiar de país y de idioma, porque me gustaría recoger información sobre Italia.

Ahora, como me diría Ana, será mejor que mueva este cuerpo serrano y no me haga la remolona en la cama. Si aún dudo lo que tengo para hoy no hay más que mirar la agenda y espabilarme del susto. Aunque, de momento, no haya apuntado nada de exámenes. Pero se suele decir que me evalúan cada día y que todo puntúa. Por lo cual, es mejor que haga méritos para ser merecedora de esa ‘A+’ que me creo merecer y no tanto de la ‘F-’ que es posible que más de un profesor me pondría sin dudarlo demasiado. Sin embargo, en ese sentido, creo que tan solo me he de preocupar por Mr. Bacon. Los demás quiero pensar que tienen un mejor concepto de mí y mi interés por su asignatura. Es más, incluso diría que Mr. Ford ya no se esfuerza tanto por tener ocurrencias que me puedan poner en ridículo. Que, tras el incidente de hace dos semanas, nos hace ser menos competitivos entre nosotros. Al menos procura que nadie quede en evidencia por su falta de habilidades.

Tras lo sucedido conmigo se entiende que ha optado por un cambio en su táctica, ya de que tal y como había iniciado el curso temo que al final no hubiera sido la único que optara por faltar a sus clases para evitarse la humillación. Al menos me queda el alivio de pensar que tuvo a bien reconocer su error. En parte porque admitió que había confiado algo más en mis capacidades, en que sería capaz de superar a alguno, pero aparte del agotamiento físico, fue, sobre todo, mental. Incluso Yuly me ha llegado a admitir que se excedió en su optimismo, aunque admitiera que se precipitó al ponerme en aquella tesitura, ya que a diferencia de mis bloqueos en la asignatura de Spanish y lo contrario que resulte mi capacidad y pronunciación para la lectura en español, en el resto de las asignaturas, por suerte o por desgracia, no existe ese contraste. ¡Ya me gustaría a mí ser más ágil, flexible o rápida! Entiendo que con los años he perdido facultades.

Notebook of Jessica
Tuesday 10/3/1995
Day 	1
Advisor activity
Bus	07:05 AM 			Take School bus
Warning	07:40 AM		
Adviser	07:45 AM	07:49 AM	0:04	
Period 1	07:52 AM	08:41 AM	0:49	Spanish
Period 2	08:44 AM	09:32 AM	0:48	Physical Education
Advisory	09:35 AM	10:21 AM	0:46	Foreign Language Club 
Period 3	10:24 AM	11:12 AM	0:48	World History
Lunch 	11:15 AM	11:45 AM	0:30	Lunch
Period 4	11:48 AM	12:36 PM	0:48	Science
Period 5	12:39 PM	01:27 PM	0:48	Algebra
Period 6	01:30 PM	02:18 PM	0:48	English

Podría pensar que dispongo de más de una hora desde que me levanto hasta que llego a clase, que me lo puedo tomar con calma y que hago más en programar el despertador tan temprano, porque igual me podría ajustar al horario de las demás, al de siempre. Sin embargo, ya soy alumna del Medford High y lo que me condiciona es el horario del bus o, más bien, de mis ganas de ir a clase a pie o que me lleven. Lo cual, una vez que estoy en la calle, sería como para pensármelo. Pero el paseo sería un poco largo y hay días en que no me levanto con ganas de caminar ni el tiempo acompaña. Aparte que el servicio de school bus ya está pagado y sería como si tirase el dinero por no aprovecharlo, aunque por librarme de las burlas y de la incomodidad de coincidir con algunos chicos la verdad es que tampoco me importaría. Casi envidio más la suerte de Yuly porque la traen sus padres en coche, pero como ella me ha asegurado hasta que no la sueltan en la puerta todo son carreras y que le recriminen lo lenta y relajada que parece estar por las mañanas, por lo cual no está claro quién de las dos tiene un mejor comienzo de día y yo lo único que echo de menos es la oportunidad de estar en familia, aunque tampoco me quejo mucho de mis circunstancias, porque, según Yuly, estoy mucho mejor de lo que se esperaría.

Lo malo de mi situación es que hay días como éste en que nadie se preocupa por mí, en que dejo de ser una prioridad para el resto del mundo. Ana tiene otros asuntos de los que ocuparse y Monica se desentiende de mí el tiempo suficiente como para que tan solo me libre del hecho de irme a clase en pijama, el hecho de que ya me haya cambiado cuando ella me venga a llamar. Si estuviera en el internado de Matignon High habría de atenerme a las normas que allí hubiera. Según me ha comentado Ana, me despertaría una alarma que resonaría por todo el edificio y lo más probable es que estuviera en una habitación compartida. Frente al hecho de que aquí la tengo para mí sola y que, si me espabilo un poco, ni siquiera tendré que pelearme con nadie por ocupar el cuarto de baño. Aunque después no encuentre el desayuno en la cocina y me lo haya de preparar yo. E incluso me haya de dar la patada en el culo para que no me quede parada en la puerta. Frente a las casi seguras prisas y aglomeraciones. Ante lo cual supongo que me sobran motivos para sentirme afortunada y admitir que no es tan malo esto de ser un poco cabezota.

07:05 AM Fulton Street & Fulton Spring Rd

Estaría bien eso de que la ruta del bus tuviera su parada delante de la puerta del internado. Así me evitaría subir la cuesta de Fulton St. porque dudo que al bus le falte potencia para subir desde Fellsway W. Aunque entiendo que siempre habrá de seguir una ruta que le permita recoger al mayor número de gente. En ese sentido el internado no está en la localización más idónea. En todo caso, soñar es gratis. Al menos me quedo con la tranquilidad de que gracias a este paseo de primera hora de la mañana, aparte de que me sirva para terminar de despertarme, consigue que aquellos que no me conocen o no me relacionan con el St. Clare’s tampoco lo tengan tan fácil a la hora de establecer esa relación. Aunque tampoco es tan complicado pensar que yo resido por esa zona del barrio. El bus tampoco va por todas las calles ni de puerta en puerta. En el barrio están las paradas del bus urbano y las paradas del school bus y este tan solo pasa dos veces al día, por lo que entiendo que cada cual ha de busca la parada que se encuentre más cerca del domicilio o le convenga, para mí es ésta, con la suerte de que por la tarde el camino de regreso es de bajada y puede decirse que me dejo llevar por la inercia.

Después de cuatro semanas las caras de la gente con la que me encuentro en la parada o en el bus ya no me son desconocidas. Supongo que la mía para ellos tampoco. Aunque a alguno no me importaría que se le olvidara incluso que existo y centrase esas ganas de reírse de alguien en otra persona. O casi mejor que reprima y muestre un poco más de respeto y consideración. Aunque comprendo que lo único que pretende es llamar la atención y que los demás le rían la gracia a costa de quien sea. Que lo habitual es que sea yo, muy a mi pesar. Sobre todo, cuando me reciben con la dichosa cancioncita, porque tampoco se les ocurre nada más original y a lo que prefiero hacer oídos sordos. Aunque lo que me apetece es esconderme donde sea para que se olviden de mí. Lo malo es que no puedo dejar que el bus se vaya sin mí, por mucho que ese sea mi primer impulso. Siempre tengo la opción de ir a pie o buscar la manera de llegar en el bus urbano, a pesar de que no tengo muy clara la ruta y existe el riesgo de que me confunda y me pierda. Dado que tan solo me conozco el barrio y casi por casualidad cómo llegar hasta el Foodmaster, en Salem St.

Lo que tampoco ha cambiado es el hecho de que mi vida social sigue como al principio. Tan solo he hecho amistad con Yuly y estoy por asegurar que a ella le sucede lo mismo. Pero ya me he dado cuenta de que es mucho más afable que yo. Sobre todo, porque ella no se ha de enfrentar a las burlas. Si lo hace es cuando está conmigo y me tiene que dar apoyo moral, porque no hay necesidad de que me defienda, que se complique. Ya que no es mi intención que se vea perjudicada ni que ello dé pie a que surjan nuevas discrepancias entre nosotras. Sin que como tal hayamos firmado ningún pacto de no agresión. Dado que por mi parte no tengo reparo a que me haga conocedora de sus puntos de vista. A pesar de que no coincidan con los míos. Pero está bien eso de escuchar una segunda opinión. Lo peor que ella tiene, y me ha demostrado con sus redacciones, es que le entusiasma todo lo referente a España. Mientras que yo prefiero hacer oídos sordos ante el temor de que se aluda a Daddy y me llegue un posible desmentido de todas las ilusiones.

Lo que se detiene en el cruce no es el bus, que esta mañana parece que lleva algo de retraso, sino un coche particular, azul plateado y con matrícula de Massachusetts. Lo que resulta un tanto extraño, aunque tampoco tiene nada de raro eso de que alguno que vive un poco más lejos tiene la suerte de que sus padres le acerquen. Pero tampoco es algo de lo que a la gente le gusta presumir y en todo caso, les suelen dejar un poco más lejos sobre todo porque la presencia de coche supone un obstáculo para el bus y un problema para el tráfico. Por lo cual, entiendo que em esta ocasión es algo premeditado y no solo pretencioso, por parte de quien espera subirse al bus, para sorpresa y contrariedad de los presentes. Dado que, en principio, no parece que falte nadie y tampoco es habitual que haya nadie nuevo porque las plazas suelen estar contadas y no sobran asientos. Es decir, que la presencia del coche no deja indiferente a nadie.

Quien desciende del coche, por la puerta derecha de los pasajeros, para mi asombro y contrariedad es Yuly. Quien a estas horas suele estar de camino al Medford High y a quien sus padres acostumbran a dejar en la puerta casi a la hora en que suena el timbre para entrar. Por lo cual, este cambio de rutina, sobre la que ayer tampoco me avisó, porque en ocasiones así se toma la molestia de hacerlo, si se teme que se puede retrasar para que no la espere o para que le guarde el sitio las clases que coincidamos. En realidad, si ayer me hubiera hablado de esto, que sus padres le iban a hacer madrugar, le hubiera podido sugerir que me pasaran a por mí y nos fuéramos juntas. Aunque entiendo que hubiera sido un abuso de confianza por mi parte y acostumbro a mostrar bastantes reparos cuando se trata de coches que no conozco y me alejan del internado. Sea cual sea su destino, mientras no se trate de la casa de Daddy. Pero de momento no tengo constancia de que los coches vuelen ni floten sobre las aguas de océano.

Yuly: Buenos días. – Me saluda con alegría al darse cuenta de que la he reconocido. – Bonito día para madrugar ¿No te parece? – Me pregunta con complicidad. – Al menos eso es lo que me ha dicho mi padre cuando me ha sacado de la cama esta mañana. – Alega sin disimular su desacuerdo.

Jess: Buenos días. – Le respondo sin ocultar mi sorpresa por vernos aquí.

Yuly: Como me conozco tus horarios, para no tener que esperar en la puerta, le he sugerido a mi padre que me trajera aquí y así vamos juntas. – Me explica con complicidad

Jess: No sé si te vas a poder subir al bus, pero podemos intentarlo. – Le digo para que sea consciente de la situación.

Yuly: Sí, tranquila. – Me responde con tranquilidad. – Está controlado. – Asegura convencida.

Jess: Algún día me tendrás que contar tus secretos. – Le indico con cierta intriga. – Eres una chica de West Roxbury que estudia en Medford.

Yuly: No hay ningún secreto. – Me responde en tono afable. – Mis padres trabajan en Medford, pero les gusta la vida en nuestro barrio.

Jess: Es raro, pero me lo creeré. – Le respondo con complicidad.

Yuly: Mis padres trabajan para la Administración y aparte mi madre es representante comercial de la empresa familiar. – Me explica.

Jess: Sabes que no hace falta que te expliques. – Le respondo en tono conciliador.

Yuly: Lo sé, pero entiendo que te parezca raro. – Me contesta.

Cada una tiene su vida y sus rarezas, en eso estamos de acuerdo las dos. Por lo cual, no tiene nada de particular que yo me sienta un tanto intrigada por su situación, tanto o más como ella lo pueda estar de la mía. Aunque por mi parte pueda haber algo más de misterio por eso de que no conozco la identidad de mis padres y los datos que tengo de Daddy resultan un tanto confusos, si se analizan con una cierta objetividad y mucho criterio. Yuly lo único raro que tiene es reside en West Roxbury, pero estudia en Medford. Lo cual ella justifica por los planteamientos de sus padres. Sin embargo, y por lo que ella misma me ha comentado, su motivación está en el acceso a la universidad local, por considerar que estudiar aquí mejorará sus posibilidades. De todos modos, por lo que la conozco hasta ahora y me ha hablado de su expediente académico, serán las universidades quienes vengan a buscarla y dará igual donde haya cursado la Secundaria. En mi caso, en cambio, como me ha advertido Ana, o me espabilo o no habrá campus universitario al que se me permita que me acerque. Lo que no es decir mucho a mi favor. Dadas mis manías casi será más fácil que monten la universidad en el internado. Lo malo es que dudo que alguien se vaya a tomar en serio tal posibilidad.

Llega el bus y Yuly no demuestra ningún temor ni inquietud ante la posibilidad de que no la dejen subir, porque no es residente del barrio ni es una habitual en esta parada. Si yo estuviera en sus zapatos me mostraría mucho más inquieta. Lo que está en riesgo es el hecho de que pueda llegar a clase. Aunque por otro lado reconozco que yo tampoco estoy demasiado enterada de cómo funciona esto del transporte escolar y me atengo a las indicaciones que Ana me ha dado para que pueda llegar hasta el Medford High sin más complicaciones. Lo cierto es que me debería sorprender que Yuly parezca estar más informado que yo del tema. Pero, dado que sus padres trabajan por la zona, es fácil pensar que se hayan informado al respecto. Entiendo que ante la expectativa de que Yuly se vea en tesituras como ésta o por si no pueden ir a recogerla cuando salga de clase. De todos modos, no tengo muy claro dónde trabajan los padres de Yuly. Por lo cual no sé muy bien cómo se ha organizado en ese sentido y tampoco quiero ser muy indiscreta al preguntarle.

No es que yo quiera verme en la tesitura de ver cómo el bus se marcha sin nosotras por solidarizarme con mi amiga y asumir que esto me pueda hacer merecedora de una buena charla por la irresponsabilidad que ello conlleva. Pero, en vez de subir de las primeras, para evitarme las burlas y el cruce de miradas mientras voy por el pasillo, me espero hasta saber qué hace Yuly. Incluso ante el temor de que en esta ocasión no me vayan a permitir escoger asiento. Aunque, dado que ésta es la penúltima parada tampoco hay muchas opciones, bastante es que no haya que ir de pie, dado que entiendo que hay plazas limitadas y con la incorporación de Yuly no sé lo excederemos, dado que no siempre estamos todos, aunque eso debería ser lo más habitual, sin que como tal yo me dedique a pasar lista, pero mentiría si no admitiera que en alguna ocasión me he dejado llevar por la curiosidad y prestado más atención. Sin embargo, como ya hay muchos que viene en el bus, me he sentido un tanto limitada y cuando llegamos como todo son prisas y carreras no hay tiempo para indagar, supongo que según avance el curso me iré haciendo a la idea de quiénes son lo demás.

El codazo que siento en las costillas me lo da Yuly para que me mueva, para que reaccione. El bus no se va a quedar aquí parado hasta que a mí se me antoje subir. Ya viene con algo de retraso y no puede perder más tiempo por culpa de una estudiante medio dormida o despistada. Con el codazo ella demuestra su tranquilidad y confianza, que no será quien se quede en tierra ni a quien le pidan explicaciones. Con el codazo mis piernas se mueven solas porque ya me conozco el camino y tampoco quiero dar motivo para que sigan las burlas en mi contra. Aunque ahora mismo se sienta un tanto descolocada debido a la presencia de Yuly y necesite pensar dos veces y con calma lo que estoy haciendo. Al menos esta vez, a diferencia de hace dos semanas, Yuly no se ha desentendido de mí. Sin embargo, entiendo que debería ser yo quien le indicase lo que tiene que hacer, dado que se trata de su primer viaje.

Dentro del bus ya me conozco la rutina. En función de cómo vayan a ser las burlas el recorrido por el pasillo central es más o menos largo. Aunque los asientos del fondo no siempre están libres porque los ocupan aquellos que no quieren ser controlado o buscan un poco más de privacidad. Por lo cual, de ahí hacia delante hay que buscar un asiento libre a derecha o izquierda. Incluso hay ocasiones en que hay quien parece que me lo reserva con toda intención. Supongo que no tanto por defenderme como por abreviar el momento y la tensión. Hoy, como Yuly viene conmigo, me gustaría que dejasen que nos sentemos juntas o al menos no muy alejadas la una de la otra, aunque no espero ese tipo de gentilezas por parte de los chicos y por parte de las chicas entiendo que dependerá en gran medida del humor con que se hayan despertado esta mañana, porque al igual que yo ellas también tienen sus amistades, sus preferencias y algunas ya han formado sus grupos para protegerse entre sí y no siempre se muestran afables con los recién llegados.

Para mi sorpresa y contrariedad, me encuentro con que hay dos asientos libres en la segunda fila. Como si alguien los hubiera reservado para nosotras de manera intencionada. Lo cual tan solo puedo atribuir a la mediación de Yuly. A que su despertar de esta mañana, si no improvisado, al menos no ha sido tan desorganizado como en un principio me ha hecho creer y en contra de mis apreciaciones, ella ha debido hacer más amistades en las últimas semanas de las que yo no he sido muy consciente, pero tampoco tiene nada de particular porque no coincidimos en todas las clases, aunque nos veamos todos los días en el descanso y hasta ahora ninguna otra chica se ha unido a nosotras ni Yuly ha demostrado interés porque nos juntemos con nadie, entre otros motivos porque para las demás debe ser poco motivador eso de aprovechar el tiempo de descanso para estudiar ni para ser testigos de cómo yo me tomo la libertad de copiarle a Yuly los ejercicios de la asignatura de Spanish y si surge la ocasión de echarle un vistazo a sus apuntes de otras asignaturas, en la que sin ser compañeras de clase damos más o menos lo mismo, aunque tal vez lo suyo en un nivel un poco más alto. Las diferencias en ese aspecto las empezaremos a notar el próximo curso cuando ella estén en nivel Honor y yo siga en el Standard.

Yuly: Siéntate antes de que el bus de un frenazo. – Me pide y recomienda.

Jess: ¿Son para nosotras? – Le pregunto sin ocultar mi contrariedad.

Yuly: Ya te he dicho que tenía la situación controlada. – Me contesta con toda tranquilidad.

Jess: ¿Puedo decir que soy amiga tuya para que me dejen tranquila? – Le pregunto con intención.

Yuly: Me debían un favor. – Me responde para quitarse méritos. – El próximo día nos tocará correr detrás del bus. – Me advierte pretendiendo ser muy gráfica.

Jess: Entendido. – Le contesto. – A mí Ana ya no me permite el trapicheo con la ropa. Pero ¡casi mejor que tu madre no sea de tus tratos! – Le digo con toda intención.

Yuly: ¡Mejor que tú no trapichees con nada! – Replica un tanto escandalizada por la idea. – ¡Te puedes encontrar con la ropa interior colgada del mástil de la bandera!

Jess: Tan solo trapicheaba con los jerséis, los pantalones y las camisetas. – Le respondo y aclaro.

Yuly: ¡Estamos en Secundaria y los chicos no son tan inocentes! – Me advierte. – ¡Cómo vean la ocasión te dejan sin nada! Tan solo con los remordimientos y la vergüenza.

Esos comentarios un poco picantes por parte de Yuly no son muy habituales, pero supongo que le pasa lo mismo que a mí. Esta mañana las dos estamos un tanto inquietas y nos sentimos el centro de atención debido a su presencia, al hecho de que gracias a su mediación hoy me libro de las burlas y no parezco tan indefensa frente a los chicos, mientras que ella intenta restarles importancia a sus trapicheos para conseguir esta consideración. Para seme ser junta no me imagino quién le debía tal favor como para tener este detalle con nosotras, aunque entiendo que no me lo haya pedido a mí, dado que lo iba a tener complicado porque a mí no tiene demasiado respeto, ni de momento creo que me lo haya sabido ganar. De todos modos, entiendo que Yuly prefiere que no pregunte y en todo caso que disfrute de momento y de este momento de complicidad y de bromas entre amigas, en el que nos permitamos hacer comentarios un tanto jocosos con respecto a los chicos tanto para hacernos las interesantes como para demostrar nuestro nulo interés por éstos o al menos para que ellos se crean que nos son indiferentes.