Septiembre 2003
Esta vez lo publicado parece un pasaje de transición, de ruptura entre el pasado y lo que está por venir, aunque los comienzos no resultan muy alentadores para Ana, dado que recibe por parte de Manuel la respuesta que no espera, pero que hasta cierto punto se teme. Ella es quien propone y él quien se busca excusas para quedarse en Toledo. El plan en principio parece perfecto y esta vez, aunque vayan a estar con los amigos, los padres de Ana no andarán por medio. Se trata de algo diferente para romper con lo que ha sido su relación hasta la fecha, vuelve a ser en ambiente religioso, pero esta vez con gente de todo el país donde ninguno de los dos tiene mucha capacidad de decisión y donde su relación será mucho más pública y se supone que saldrá fortalecida porque será algo a lo que acudan juntos desde el primer momento, sin sorpresas. Además, tienen todo el mes para solventar cualquier problema o malentendido que pueda surgir. No es un plan de hoy para mañana, ni tan siquiera se imponen requisitos previos. De hecho Ana pretende que el punto de partida sea Toledo, para alargar un poco más el fin de semana y así tener la oportunidad de que Manuel le presente a su familia.
Sin embargo, las ilusiones de Ana se convierten en frustración cuando éste le explica que en esas fechas no se puede mover de Toledo y que, además, tampoco estará nadie de su familia, de modo que se estropea ese fin de semana romántico, con la sensación de que Manuel pretende mantener alejada a Ana de su vida, de esa faceta que ésta aún desconoce, a pesar de que ya se empiezan a afianzar sus lazos como pareja, porque es absurdo pensar que Manuel haya invertido en lo de plan de la vivienda tan solo por justificare ante ella y demostrar ese mínimo de interés. Lo lógico sería que antes de soltar un céntimo se hubiera organizado una comida familiar, o algún evento donde conocerse, pero ante el único plan que a Ana se le ocurre para solventarlo recibe una negativa, aunque Manuel se intenta justificar. Él se tiene que hacer cargo del perro el ausencia de los demás, lo que Ana acepta con resignación porque tampoco es algo que le pille de nuevas, sus amigas ya le han comentado algo al respecto.
Mis buenos propósitos y expectativas se frustraron cuando de nuevo me dijo que le era imposible, pero antes de que me lo tomase a mal y me enfadara, que se repitiera la misma situación de mayo, tuvo el detalle y la prudencia de aclararme que la idea, como tal, le encantaba, que si se hubiera encontrado en otras circunstancias, habría aceptado sin pensárselo dos veces, pero no dependía de él.
Ana
Ante las calabazas de Manuel, ésta le avisa que de todos modos ella piensa acudir, casi confiada en que éste sea capaz de organizarse y cambie de idea en el último momento. Tan solo van a ser dos días y tampoco tiene que ser tan complicado eso de que encuentre a algún vecino mo amigo se que ocupe del perro por unos días. Ella se ausentará del trabajo y su padre no le ha puesto demasiados reparos, de manera que se muestra partidaria de alargar esa escapada y pasar algún que otro día en Toledo. Por su parte facilidades las va a poner todas y casi está segura de llegar a convencerle, que no sabrá decirle que no en cuanto se presente en su puerta. La convivencia de final de mes para ella incluiría al menos pasar una tarde con su amado, si este no se dignaba a concederle ni un segundo de más. Ella no se creería sus excusas o al menos tenía pensado comprobarlo por sí misma, si no le daba otro remedio. esta vez no le estaba dando plantón a sus amigos, ni a las amigas se se mostraron indiferentes a sus pretensiones románticas. Las calabazas de Manuel son para Ana.
Tenemos boda
Por si la situación no está ya bastante complicada, Carlos y su novia anuncian que se casan a finales de octubre, de manera que la invitación es para toda la familia y Manuel se ha de dar por aludido. Lo que pone de manifiesto que entre Carlos y Ana hay una buena relación de amistad, que éste aún valora lo que tuvieron en el pasado y considera que la presencia de Ana es inexcusable. Es decir, que por no hacerle en feo y dado que en casa de Ana aún se guarda un buen recuerdo y aprecio por éste, a pesar de la ruptura de su noviazgo, ésta se siente en el compromiso de aceptar la invitación, para dar a entender que lo que queda es una buena amistad y que ya no tiene mucho sentido que se dejen condicionar por ese pasado en común. Carlos tiene planes de boda y Ana ésta en los inicios de una nueva relación, por lo cual se pueden considerar amigos por encima de otras consideraciones.
¿Acudirá Manuel a la boda o se buscará cualquier excusa para quedarse en Toledo? ¿Le llama para avisarle y conseguir que se comprometa a acudir o lo deja a la suerte? De nuevo Ana se encuentra en una buena tesitura, en otra de esas ocasiones en las que se le pide y espera que ponga en evidencia la fortaleza de su relación con Manuel, pero de encuentra en medio de un mar de dudas, a la convivencia de finales de septiembre éste no va a acudir porque tiene que cuidar del perro ¿Qué excusa se va a buscar par faltar a la boda? ¿Qué no tiene donde quedarse esos días? ¿Qué se trata de los amigos de Ana, de la gente de su parroquia? ¿Cómo le va a convencer? ¿Acaso no es la ocasión para que todo el mundo vea que van en serio? Se trata de la vida de Ana, de sus amigos, pero es que Manuel ya forma parte de todo ello, aunque debido a las distancias, su presencia destaque más por las ausencias.
Ante el conflicto personal que se lo plantea, casi como último recurso, como desahogo, prefiere recurrir a su amigo de Internet, a «El poeta», para contar de raíz su relación con éste, entendiendo que no puede estar comprometida con Manuel si mantiene esa relación con un extraño. Ella se quiere tomar la relacione en serio y prefiere que no haya dudas al respecto. Tal vez Manuel se hubiera percatado de que ella no había sido todo lo sincera que debía y que en cierto modo aun se guarda esa baza en la manga, en caso de que lo suyo no funcione. Sin embargo, ahora que ya se siente comprometida con Manuel, no tiene demasiado sentido que siga con esa historia que le ha sido de mucha ayuda en los momentos difíciles, pero es hora de que le dé a Manuel el lugar que le corresponde
Ni siquiera se me pasaba por la cabeza aludir a ello en mis conversaciones y confidencias con Manuel, aunque, en cierto modo, gracias a aquel amigo nuestra relación había llegado hasta donde estábamos. Mi amigo me había ayudado a que me desahogara y su silencio había sido más beneficioso que sus escasos mensajes.
Ana
«El poeta» rompe su silencio y esta vez sí le contesta, le dice que también ha encontrado esa estabilidad sentimental en su vida y que entiende que no tiene mucho sentido que sigan con ese intercambio de mensajes, que él siga siendo el hombro sobre quien ella desahogue sus penas. En todo caso, deja esa ventana a abierta por si algún día le vuelve a necesitar, deja abierta la posibilidad de que sigan siendo amigos, pero sin más intenciones. Sin embargo, para Ana es una despedida.
De hecho, me llamó la atención que, a pesar de su pseudónimo y de que en su perfil aludía a su afición a la poesía, ni tan siquiera me había dado la oportunidad de compartirlo conmigo. Por otra parte, le había indicado que trabajaba como contable, pero tampoco se lo había demostrado de ningún modo.
Ana
Liberada de ataduras con el pasado y entendiendo que se ha de replantear un poco más en serio su relación y compromiso con Manuel, como suele decirse, decide coger el toro por los cuernos, cambia de planes para ese último fin de semana de septiembre. Desiste de la idea de acudir a la convivencia, pero no de reunirse con Manuel aunque la expectativa no le resulte muy alentadora, porque descarta quedarse a pasar la noche y en cierto modo le preocupe el hecho de que Manuel se encuentre solo en casa, no tanto por lo que pueda pasar como por lo que los demás pueden llegar a pensar. Su relación aún no ha llegado a ese punto de confianza. Sin embargo, le ha de convencer para que acuda a la boda, porque para ella es importante.
Y si en julio consigue la complicidad de sus amigas para que le lleven a Manuel hasta las mismas puertas de su casa, que no se escape. Para ese reencuentro recurre a la misma táctica, preguntarle a las amigas para que le digan dónde y cómo localizarle ese fin de semana ¿Sabrá alguien dónde se mete Manuel cuando no está con los amigos? ¿Qué saben éstos de su vida privada? Ana reparte su día, su tiempo, entre el trabajo en la gestoria y las actividades de la parroquia, cuando su estado de salud de lo permite y no la obliga a guardar reposo, pero ¿Y Manuel? Siempre tiene alguna excusa para faltar a esas convocatoria ¿Se librará de acudir a la boda?
Para Ana se trata de la boda de su ex, lo que de algún modo la convertirá a ella en el centro de atención, pero habrá de aparentar que ya no es algo que le influya porque ella ya está comprometida, ya tiene pareja, pero, si éste no acude a la boda, además de ser «la ex», será una chica a la que han dejado plantada en uno de los días más importantes.
¡Ya puede tener Manuel una buena excusa para no acudir! Sobre todo que no se esconda cuando Ana se presente en la puerta de su casa, si es que le ha mentido en cuanto al perro o que no habrá nadie de su familia para que se los presente. ¡Tendrá que acudir a la boda, aunque Ana haya de venir a buscarle! Pero mejor si aprovechan para pasar juntos el fin de semana, que ya llevan mucho tiempo sin verse las caras y tienen mucho que compartir.
¿Alguno sabe dónde va a estar Manuel a finales de septiembre de 2003? Es por darle pistas a Ana. Si tenéis con él para octubre de 2003, mejor que lo olvidéis, porque ya está comprometido y más le vale no salir corriendo. Quien se casa es Carlos. Lo de exnovio a la fuga suena un tanto deprimente.