El puente sobre el río Tajo

Esperando a mi Daddy

Introducción

Seguimos con la visita turística después de haber hablado en anteriores entradas de:

Podríamos seguir en el mismo sitio y comentar cómo ha crecido la ciudad en el último siglo, cómo ha sido su desarrollo urbanístico y demográfico, porque es lo que se observa desde el mirador del Paseo de Recaredo. Sin embargo, creo que podemos seguir con la visita y tomar como referencia lo que se cuenta en la novela de la visita de 1995, que en vez de entrar en la muralla por la Puerta del Cambrón, como sí hacen en 2004, optan por seguir por la esa calle que bordea la muralla. Jessica siente curiosidad por ver por dónde viene el río y en cierto modo, si hay alguna manera de rodear toda la ciudad, como si ésta se encontrase protegida por un foso o en alguna parte hubiera un puente elevadizo, como en los castillos medievales.

El castillo de Coca es una fortificación de la localidad de Coca ( Segovia, Castilla y León )

De modo que se deciden a seguir la muralla por esa calle en descenso por la que circulan los coches y que tiene una curva a la izquierda. ¿Se bajará por ahí hasta el río? ¿Bordeará toda la ciudad?

Paseo de Recaredo después de la Puerta del Cambrón. Nov 2008

Avanzamos por esta calle, por esta curva que desde la altura sigue el cauce del río y nos acerca a la colina que hay al otro lado, como si el cauce del río se cerrara, se adentrara en la montaña. De hecho, por la dirección que lleva el agua, entiendo que esto es la salida, que es aquí donde el cauce se abre, que por mucho que avancemos, bordeemos esta parte de la ciudad, salvo que haya una cueva, las dos orillas del río no se juntarán. Lo que descubrimos es un puente de piedra. Por su aspecto debe tener muchos años, tiene una puerta en cada extremo, por el que se cruza al otro lado, pero está cerrado al tráfico, dado que los coches que circulan por esta calle han de girar a la izquierda por una cuesta empinada, ya que de frente hay una muralla desde el puente, por lo que deduzco que esta calle es circular y llevará la puerta de la muralla donde hemos empezado. Quizá haya otra puerta de la muralla, pero desde aquí no se ve, en caso de que esto sea como un castillo, aunque en esta zona han construido casas de aspecto no demasiado antiguo. La cuestión es que, salvo que pasemos al otro lado, aquí parece que se interrumpe mi deseo de seguir el cauce del río y se impone la prudencia a la que antes ha aludido Ana sobre eso de que es mejor que no nos perdamos o no habrá manera de que sepamos volver por nuestra cuenta o nos encuentren cuando vean que es la hora y no estamos en el punto de encuentro ni hay manera de que se pongan en contacto con nosotras.

Sunday, July 2, 1995 04:00 PM

Pero ¿Qué contaría yo de este puente aparte de su leyenda o de algunos datos más o menos conocidos, aparte de incluirla en la novela como una de las muchas maravillas de la ciudad? ¿Qué tiene de relevante para mí? ¿Qué destacaría aparte de su carácter arquitectónico e histórico? Que ahí, pegada al torreón oriental estaba la casa de mis bisabuelos. De manera que esta visita turística de 1995, si tiene de algún modo ese acercamiento a Daddy. En cualquier caso, se queda como una simple curiosidad familiar.

Puente de San Martín. Archivo histórico. Autor: L.R. Alonso. Datos de edición: Madrid, Ediciones UNIQUE, (1933)
Fachada del Torreón en la actualidad

Puente de San Martín

Para leer la leyenda pulsa: La leyenda

El puente de San Martín es una construcción bajomedieval, ejemplar de arquitectura militar, que se levanta sobre el río Tajo, a su paso por Toledo, en su parte occidental, opuesto al puente de Alcántara. Fue construido originalmente en el S. XIII, tomando el nombre de la parroquia de San Martín, a cuya jurisdicción pertenecía. En su construcción es probable que se tomara como modelo el puente de Alcántara, aunque tuvieron que proyectarse más ojos por la mayor anchura del Tajo en este punto de su curso.​ A mediados del S. XIV, hacia 1355, Pedro I de Castilla habría prendido fuego a las puertas del puente y en 1368 volvió a sufrir daños. Fue restaurado por el arzobispo Pedro Tenorio, ​hacia 1390, que hizo construir el gran arco central y los dos torreones almenados de los extremos.​ El puente es todo de sillería constando de cinco arcos ligeramente apuntados, mucho más grande el central.​ El torreón más alejado de la ciudad es de planta hexagonal, organizada interiormente en espacios cubiertos por bóvedas nervadas realizadas en ladrillo. En su fachada se encuentra una escultura de San Julián. Durante el reinado de Carlos II de España se reformó, ensanchándose sus accesos, y un siglo más tarde se pavimentó. De ambas reformas queda una inscripción en el muro interior del torreón de entrada, con el escudo imperial flanqueado por dos reyes sedentes.

Cultural Castilla – La Mancha
Puente de San Martin y leyenda
Vista del puente desde la ciudad
Vista aérea desde el torreón occidental.
Terraza del torreón
Fachada exterior del torreón occidental

En el exterior del torreón más alejado de la ciudad, una pequeña inscripción en forma de lápida de piedra reza: «Aquí mataron a una muger. Ruegen a Dios por ella. Sucedió a 2 de febrero de el año 1690». No tenemos más noticias a qué mujer o suceso hace referencia, ni lo encontramos en ningún estudio de los realizados sobre el puente. Habitualmente este tipo de placas se ponían recordando alguna muerte violenta (no pudiendo mediar confesión previa) para que las personas que vieran la inscripción pidieran por el alma de la difunta.

El puente ha soportado el tráfico rodado, desde carretas y animales hasta camiones, hasta una fecha relativamente reciente: en 1976 se construyó el nuevo Puente de la Cava que liberó del tráfico para siempre (esperemos) al de San Martín.

LA LEYENDA DEL PUENTE DE SAN MARTÍN

En la cara interior del torreón existe una inscripción que hace referencia a una inundación en 1203, que arrasó el puente. Y en el XIV, durante los enfrentamientos entre Enrique de Trastámara y Pedro I, consta que este puente fue destruido para evitar que las tropas enemigas accedieran a la ciudad.

El puente de San Martín, que antaño servía de acceso a una de las puertas de entrada a la muralla toledana, fue levantado en el siglo XIII en sustitución de otro que hubo más abajo, cuyos restos son aún visibles y que fue destruido por una gran crecida del Tajo (se encuentra en el paraje conocido como La Cava, lugar de otra conocida leyenda toledana)

La construcción, que tuvo que ser restaurada con frecuencia en siglos posteriores, está catalogada como un buen ejemplo de arquitectura militar de la época. Se llega a ella desde la zona conocida como “la Coracha”, un término militar de la Edad Media procedente del árabe (como tantas otros lugares de Toledo) con el que se denominaba el espolón de muralla o cortina amurallada que, saliendo de la misma, por lo general de una zona avanzada partía en terreno en dos hasta llegar a un río o precipicio de manera que impedía el sitio total de una ciudad y permitir a los sitiados llegar a una fuente de agua. Cuenta este puente con robustas torres, así como airosos arcos que salvan el cauce. Sobre la clave central de uno de ellos, en un hueco tapado por la vegetación que ha ido creciendo espontáneamente en los resquicios de las piedras, se encuentra una hornacina que guarda la talla de una mujer, protagonista de una hermosa leyenda.

Habían pasado más de treinta años desde que el puente quedara muy dañado durante las contiendas entre Pedro el Cruel y Enrique de Trastámara, cuando el arzobispo Tenorio decidió acometer una ambiciosa reforma de la obra y mandó llamar al mejor arquitecto de la época, que al poco tiempo llegó a la ciudad y comenzó su tarea con verdadera pasión.

El ahínco de los obreros y el apoyo de los toledanos, deseosos de ver concluida la edificación, hizo que llegara el día en que ésta tocaba a su fin. Pero la tarde anterior a la fecha en la que debían quitarse los andamiajes que sujetaban la obra, el arquitecto se mostraba muy preocupado y, al llegar la noche, salió de su casa sin querer dar ninguna explicación a pesar de las preguntas de su esposa.

Cuando regresó estaba pálido como un muerto y se encerró en su estudio llorando desconsoladamente. Ante la insistencia de su mujer, por fin accedió a explicar que había cometido un gravísimo error de cálculo, y que en el momento que se quitaran los andamios para inaugurar el puente, éste se vendría abajo con todos los que estuvieran sobre él. Tampoco era capaz de acudir al arzobispo a contarle lo que había sucedido porque la noticia correría por todo el reino y jamás volvería a encontrar trabajo. Tras su confesión, continuó llorando amargamente y la mujer estuvo un rato pensativa hasta que, con gran resolución y viendo todo su futuro y el de su familia en entredicho, cogió una tea y salió de la casa.

Era una noche tormentosa y, ocultándose de trecho en trecho, la esposa del arquitecto logró llegar al puente y, temblando de miedo, prendió la tea y la lanzó sobre los maderajes que servían como armazón. Al principio parecía que la lluvia iba a apagar el fuego, pero por fin éste se extendió y la mujer volvió a su casa dejando a sus espaldas los andamios envueltos en llamas.

Un rato después, los toledanos pudieron escuchar un gran estruendo que al principio atribuyeron a la tormenta. Pero al día siguiente vieron con gran desengaño que todas las maderas se habían quemado y el puente se había derrumbado sobre el río. Naturalmente, pensaron que la culpa había sido de algún rayo y, de inmediato, el arzobispo encomendó al arquitecto que iniciarán de nuevo las obras, que se concluyeron con cálculos perfectos.

Puente de San Martin. Toledo

Tras la inauguración, la mujer del arquitecto, que no tenía la conciencia muy tranquila, pidió audiencia al arzobispo y le contó lo que había sucedido. El prelado, sorprendido por el valor y la nobleza que había demostrado intentando salvar a su esposo, no sólo guardó el secreto, sino que rindió su homenaje personal a la mujer mandando colocar la talla que aún permanece en el puente y que todos los visitantes pueden observar hoy en día.

Fecha de publicación de la leyenda en Leyendas de Toledo: 8 de abril de 2002

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