Lista de lo visitado hasta ahora: (ver lista en pagina aparte)
Introducción
Vamos a curiosear por la calle de la Sillería otra vez, porque en la entrada que hice sobre la plaza de Zocodover (El mercado de las bestias) aludí a ello, pero me parece que habría que darle a esta zona de Toledo la importancia que se merece. En parte porque, además de añadir información en el blog y explorar poco a poco la ciudad, me dejo llevar por la curiosidad; me siento un poco turista y desde mi ignorancia o desconocimiento, a cada paso que doy, me pregunto qué hay a la vuelta de la esquina, qué es era este edificio o aquel de allí. Sobre todo, porque son incontables las ocasiones en que he pasado por aquí y ahora me detengo con un poco más de atención, considero que si llevase a alguien de turismo por esta parte le contaría alguna curiosidad más y es posible que me deje alguna.

Calle de la Silleria
Hay que recordar que la calle de la Sillería, ya desde 1464, tal y como recoge el historiador Julio Porres en su ‘Historia de las calles de Toledo’, estuvo muy vinculada al sector de la hostelería, puesto que era citada en el pago de un tributo como «calle de los Mesones de Sillería» y en varios documentos de la época se reconoce la concentración de varias tabernas en la zona. Todo eso sumado a que su denominación ‘de la Sillería’, hace referencia a que en ella, según aventura el propio Porres, se vendían sillas de montar; una venta que no se realizaba en comercios al uso ni talleres artesanos, sino que en aquellos años se producía en los propios mesones.

Esta calle forma parte del recorrido de la la procesión de Corpus Christi, tras dar la vuelta a la plaza de Zocodover, regresa en dirección a la catedral, por las estrechas calles del casco histórico.


Aunque se llame calle de la Sillería, debido a la anchura de la Custodia o a la estrechez de la calle, o por ambos motivos, es poco recomendable sacar sillas a la calle porque se obstaculiza el paso de la procesión. (Procesión a la que dedicaré una entrada más adelante.)


La ventana más pequeña del mundo
¿Sabías que la ventana más pequeña del mundo se encuentra en Toledo? The Guinness Book of Records (libro Guinness de los Récords), así lo atestigua. ¿Quieres saber dónde está ubicada en la Ciudad Imperial?
Frente a los grandes monumentos visitados a diario por miles de personas como la Catedral, el Alcázar o San Juan de los Reyes, podemos encontrar muchas curiosidades que ocultan sus vetustas calles. Ya hemos hablado en estas páginas de la calle más estrecha, o de otras muchas curiosidades de Toledo… Pero ahora te presentamos la ventana más pequeña del mundo:
Una de las curiosidades poco conocidas es que la ventana más pequeña del mundo se encuentra en Toledo, en la Calle Sillería, integrada en el Casón de los López de Toledo, una enorme casona toledana y restaurante que ya lleva varios años cerrado, ubicado en un inmueble del siglo XVI restaurado en el año 1973 y que incorporó diversos elementos decorativos de nueva creación (y que muchos creen erróneamente antiguos) y otros tantos procedentes de diversos lugares. Así lo afirma el Libro Guinness de los Récords, que incorpora este curioso título para una pequeña abertura enmarcada en piedra en uno de los muros de la casa ubicada en esta toledana y céntrica calle.
Grabada en la piedra encontramos una inscripción en caligrafía árabe. Tras realizar la consulta a la Escuela de Traductores de Toledo, para verificar la inscripción, nos indican que hay mucha probabilidad que lo escrito en la piedra sea طليطلة es decir, Tulaytula, el nombre islámico que recibió Toledo en el pasado. (Previamente nos habían comentado que podría significar “gracias a Al-lah”*, que habitualmente se colocaba en los accesos a las casas islámicas, pero parece que no es correcto)
Leyendas de Toledo
Plaza de San Agustín

Si entramos desde la plaza de Zocodover y, en vez de girar a la derecha, hacia la calle Alfileritos, seguimos recto, nos encontramos con la plaza de San Agustín. Plaza dedicada a Feliz Urabayen, autor de «Don Amor volvió a Toledo»

Edificio en Plaza San Agustín
¿Y a mí qué? ¿Es mi papel acaso velar por el pasado? Allá los artistas, los eruditos, los literatos, los poetas. Que la conviertan en museo o que la dejen morir. Toledo es una mujer estéril que no conoce todavía el amor, porque el Tajo, su rondador eterno, no se ha cuidado de fecundarla. La época de los trovadores pasó hace muchos siglos. Será muy romántico rememorarla. Pero cuando la Humanidad esté de vuelta de todas las posibilidades (p. 165).
«Don Amor volvió a Toledo» (1936), de Félix Urabayen
Leocadia, como Toledo, ha sido amada por todos sus pretendientes y por ninguno, y ella misma lo explicita:
He creído ser amada muchas veces y otras tantas fui defraudada en lo más hondo de mis sentimientos. Desde muy niña me adularon, me consintieron, me divinizaron todos: artistas, literatos, vividores, forasteros. He sido la musa de hombres de genio y de hombres vulgares que creían amarme y a los que procuré amar. A todos me di un poco, buscando de buena fe el amor íntegro, el verdadero amor. No lo hallé en ninguno. Todo era palabrería, literatura, ambición de medro a mi costa. Todos pensaron en sí mismos; ninguno pensó en mí. Amores de artista que huyeron un día por la puerta de Bisagra para no volver jamás… (p. 170).
«Don Amor volvió a Toledo» (1936), de Félix Urabayen
No. Ni la ciudad ni la mujer podrían pertenecer a un forastero. Eran suyas, de la Iglesia, de quien las vio nacer, de quien las amó sin deseo impuro, ni carnal, ni codicioso. El capellán las había amado a las dos por sus pecados, por sus errores, por su largo historial de buenas mozas que mantuvieron encendido el fervor devoto de cien razas venidas para ofrendarla sus joyas más preciadas. Las amaba por el sosiego cristiano de su voz cariciosa y por la avaricia semita de sus encantos escondidos. Amaba la piel moruna de la mujer de carne y de la mujer de piedra. Miraba hacia atrás, y al mirar soñaba (p. 177)
«Don Amor volvió a Toledo» (1936), de Félix Urabayen
Web de referencia: cita
Dirección Provincial de Toledo de la Tesorería General de la S.S
Aquí se encuentra la Dirección Provincial de Toledo de la Tesorería General de la S.S. Edificio del que me gustaría poder dar más información por su valor arquitectónico e histórico, pero la poca consistencia de los datos recogidos, me limito a compartir las imágenes recogidas. Se asocia con el palacio de Benacazón que se encuentra a la izquierda





Cine Imperio
Mencionar la plaza de San Agustín, es mencionar también la cuesta de Águila y. por ende, para aquellos que somos de Toledo, es mencionar el cine Imperio, donde hemos tenido ocasión de pasar alguna que otra tarde con películas de aquellos años. El cine cerró el 1 de mayo de 1992, tras 67 años de vida continuada. La última sesión de cine, la última película, fue «Peligrosamente juntos»

Web de referencia: Prospectos de cine
La cuesta del Águila son unas escalinatas en curva, desde la calle Núñez de Arce hasta el rincón donde se encontraba el cine.

La calle Nuñez de Arce es la vía de salida de los coches hacia el Miradero (¡En Toledo son mirones!). Comienza en la plaza de San Nicolas, donde confluye la calle Alfileritos, (Que sea guapo o como Daddy), la calle Sillerías y la calle Cadenas, ésta lleva hasta la plaza de la Ropería (A costar la calle)
Palacio de Benacazón
Escondido al final de una angosta calle sin salida, rotulado con el número 1, se halla el antiguo palacio de los Pantoja, ante su soberbia portada mudéjar. Esta añeja construcción de estilo mudéjar es un edificio ecléctico de tres pisos, repleto de motivos arquitectónicos y decorativos romanos (bóvedas de cimentación), mudéjares (yesería, artesonados), talaveranos (azulejería de cuerda), góticos e italianizantes.



El palacio que actualmente lleva el nombre de Palacio de Benacazón en Toledo es, probablemente de la época de Pedro de Castilla el Cruel, fue también sede del Santo Oficio (la Inquisición). Antigua propiedad de Fernán Pérez de Pantoja, fue casa solariega de las familias Pantoja y Gaytán, denominándose desde el siglo XVI como Palacio de los Pantoja. Es entre 1920 y 1940. Anastasio Páramo Barranco, que era el único descendiente, se dio antes de morir el nombre de Anastasio Páramo y Pantoja Cepeda, así como los títulos de Conde de Benacazón , Señor de Mocejón y Benacazón.
Pasaron los años de la posguerra con más pena que gloria para el edificio, hasta que la Caja de Ahorro Provincial de Toledo, hacia 1970, adquirió el palacio para fines culturales, rehabilitándolo en la medida de lo posible. Aún conserva elementos arquitectónicos y decorativos romanos, como bóvedas de cimentación, así como mudéjares en forma de yeserías y artesonados, cerámica talaverana de azulejería de cuerda seca y detalles góticos e italianizantes.

Ver reportaje fotográfico del Palacio de Benazacón (Enlace)
Web: Patios de Toledo
Muy bonitas las fotos
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