Introducción
He escrito algunas entradas y reflexiones sobre la novela, pero quizá no le he dado la debida relevancia a uno de esos personajes secundarios que condicionan de algún modo el devenir de los acontecimientos y que en el momento en el que están estas reflexiones la noche del sábado / madrugada del domingo, no es alguien a quien hayamos de pasar por alto, porque, además, a partir de ahora, si no su presencia, al menos su pasado, su personalidad, condicionarán un poco el futuro de la relación de nuestra pareja por un detalle tan sencillo como el hecho de que nos adentraremos en la vida de Ana y, como suele pasar en estos casos, sin que ésta nos vaya a descubrir nada demasiado perturbador, sí hará que Manuel se haya de enfrentar a esa realidad que hasta ahora desconoce. No lo ha experimentado en primera persona.

Las comparaciones son odiosas, sobre todo cuando le afectan a uno y cuando no tienes demasiado claro lo que ocurre, como se puede entender en este caso, si nos situamos en este momento de la novela. Celebración de la Vigilia Pascual, de la Resurrección, con quienes participan de la convivencia de esos días, celebración al calor de un chocolate caliente, música de guitarras y alegría desbordante.
Esperábamos que se produjese ese «luego hablamos» entre Ana y Manuel y sí, se ha producido, más que palabras ha habido besos en la mejilla; una taza de chocolate compartida, mucho cariño y complicidad bajo la atenta observación de todo el mundo, porque Manuel se muestra demasiado acaparador y los demás no parecen entender que ahora es Ana quien no quiere apartarse de su lado. Pero es que los demás también quieren felicitarle la Pascua y como ésta es una de las encargadas del reparto del chocolate, es mejor no dejar que se enfríe.
Como estábamos allí, en la celebración de la Pascua, con los del grupo, y no para romanticismos, le contesté de manera que me entendiera y no resultase demasiado llamativo. Le di otros dos besos, uno de disculpa, si le había fastidiado un poco la Pascua, y el otro de gratitud porque, a pesar de todo, quería que ese fuera el inicio de nuestra relación, aunque sus motivos para obrar así se debían a que quería evitar malentendidos, en vista de que yo no me lo estaba planteando totalmente en serio.
Manuel, 20 de abril. fiesta tras la Vigilia
No hablamos nada porque hubo gente que quería felicitarle la Pascua e ignoraba sus sentimientos, de modo que, con la interrupción, creían ser sus salvadores cuando se trataba justo de lo contrario.
Manuel, 20 de abril. fiesta tras la Vigilia
Un buen chocolate caliente siempre viene bien a esas horas de la noche


Si la confesión de Ana me había sorprendido por inesperada, la entrada de Carlos me dejó boquiabierto. El hecho de que gente del Movimiento visitara a quienes estábamos de Pascua no tenía nada de particular, pero se trataba de su ex novio y acudía solo.
Manuel, 20 de abril. fiesta tras la Vigilia
Los dos se salieron fuera, a la calle, y yo me quedé allí al margen de aquella conversación, confiado en que aquello tuviera un final feliz para todos y consciente de que Ana tenía más en común con Carlos que conmigo.
Manuel, 20 de abril. fiesta tras la Vigilia
Se salieron fuera, a la calle
En medio de aquellas divagaciones, de aquellos cazos de chocolate que salían de la cacerola y llenaban los vasos vacíos que me ponían delante, se abrió la puerta del comedor y apareció Carlos tan encantador como siempre, con claras evidencias de que traía en el rostro la felicidad pascual y su deseo de compartirlo con quienes nos encontrábamos allí. Se presentaba solo y dado que uno de los motivos de aquella visita era su charla conmigo, fue inevitable que me buscase con la mirada, que, sin necesidad de que nos dijésemos nada, le confirmara o desmintiera si aún estaba dispuesta a que mantuviéramos aquella conversación; que, una vez hubiera saludado a todo el mundo, le tendría a mi entera disposición porque él tenía tanto o más interés que yo en que resolviéramos aquel asunto cuanto antes. Acudía a la pascua en actitud conciliadora.
Ana, 20 de abril. fiesta tras la Vigilia
En cuanto conseguí que una de mis amigas me reemplazase en el reparto del chocolate, y Carlos se sintió liberado de la atención de los demás, salimos a la calle. Era preferible que mantuviéramos aquella conversación en privado. El tema lo conocía mi director espiritual y no era un asunto del que me gustase que se enterase todo el mundo.
Ana, 20 de abril. fiesta tras la Vigilia

No me olvidé de Manuel, aunque tampoco le avisé de que me marchaba ni me paré a pensar que se sentiría un poco confundido ante el hecho de que me fuera con Carlos cuando ya me tenía conquistado el corazón y confiaba en que no le abandonaría aquella noche ni el resto de nuestras vidas.
Ana, 20 de abril. fiesta tras la Vigilia
Primera comparación y no muy favorable para Manuel, quien espera se haga público el inicio de su relación con Ana, que los demás ya no se han de molestar por separarles y casi ha de robarle un beso furtivo para corresponder al cariño que ésta le demuestra. Eso de «¡Que corra el aire!» los demás se lo toman demasiado en serio, tengan o no justificación para actuar con esa contundencia, porque se trate de Ana o porque están de fiesta y no es momento para cuestiones personales.
Sin embargo, llega Carlos, su ex, y antes de que nadie les dé tiempo a chistar, los dos de marchan, sin que les cierren la puerta.
¡Qué se van los dos solos! A la calle, en busca de un rincón tranquilo en mitad de la noche y de pueblo.
A nadie parece importarle ni preocupar. Nadie se escandaliza. Por cuatro besos robados a Manuel casi le echan a patadas de allí. Pero, si Carlos «secuestra» a Ana o ésta se va con él por voluntad propia, nadie dice nada. Es por temas privados que han de hablar entre ellos y prefieren que nadie se entrometa. Ya volverán cuando lo resuelvan, si es que vuelven.
A Carlos todos le conocen, es un chico con carisma, ha sido el dirigente del grupo parroquial los años previos y se ha ganado la confianza y el respeto de todo el mundo. Entre Carlos y Ana ha habido una relación de pareja truncada por la falta de entendimiento, pero, sobre todo, por los problemas de salud de Ana, como ella misma relata, en su versión de la novela, su pérdida de salud conllevó que Carlos perdiera el interés por ella, porque éste tenía ganas de vivir y pronto encontró una nueva pareja que supliese esas ausencias.
Nada malo se puede decir de Carlos, ni tan siquiera con el argumento de esa infidelidad, de esa falta de compromiso con quien se suponía era su novia entonces. Aunque sabemos que a Ana le resultó un poco superar esa ruptura y tal vez fuese ese momento debilidad lo que propiciara que ésta se fijase en Manuel, en ese destroza corazones, en ese ligón de pacotilla, que no había sabido crearse una buena imagen personal ni concepto como novio entre las chicas del grupo, entre las amigas toledanas de Ana, entre aquellas con quienes ésta había tenido ocasión de compartir impresiones y confidencias.
¿Qué pensará Carlos de que Ana vuelva a tener novio?
Pero, sobre todo, la inquietud de todo el mundo es qué pasará cuando Ana le haya de presentar a sus padres, porque casi seguro que ésta no se habrá de afrontar a los mismos temores que cuando sea ella quien conozca a los padres de Manuel.
Porque claro, se supone que los padres de Ana ya conocen a Carlos, que la relación que hubo entre ellos se asentó lo suficiente como para que éste llegase a ser conocido como «el novio de Ana».

Creo que quienes han leído la novela hasta aquí o habéis echado alguna ojeada a las entradas del blog, ya os habréis formado vuestra propia opinión de Manuel. Lo que es seguro es que no se trata de Carlos y que, si se ha fijado en las debilidades de la salud de Ana, ha padecido el carácter de ésta cuando se ha sentido agobiada, y no ha salido corriendo en busca de otra que llene su corazón, algo bueno tiene que tener.
De momento ahí le dejamos, pendiente de la puerta, por si Ana y Carlos vuelven. No ha salido tras éstos. Se queda con los amigos disfrutando de la fiesta hasta que alguien diga que es hora de irse a dormir porque han de levantarse temprano por la mañana y les conviene descansar.
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