De perdidos a casa de Ana

Noche del 27 de julio

¿Se fugan?

El coche tiene el depósito lleno y las mochilas están en el coche, de modo que ante la negativa de los padres de aceptar esa relación, lo más fácil es poner tierra por medio, anteponer su amor a las presiones familiares, forzar que lo acepten o Ana es capaz de renunciar a todo. Ella está enamorada, ha sufrido y luchado demasiado por ese amor para ahora rendirse ante la lógica de sus padres. Manuel va a tener que hacer muchos méritos para conseguir que le acepten en la familia, pero la negativa, el rechazo va por delante y la decisión parece más que firme. Es más fácil asumir el riesgo de que Ana sufra de mal de amores durante una temporada antes que admitir a un chico en la familia que no cuenta con el beneplácito de los padres, mejor cortar por lo sano cuando aún están a tiempo que lamentarse cuando ya sea demasiado tarde, porque el amor crece, crece, crece, se reproduce y aunque lo ideal es que sea para siempre, porque es lo que a todos nos gustaría, Manuel no es ni mucho menor el yerno perfecto y lo más sensato es pensar que antes o después la salud de Ana se va a resentir, por lo que la familia se va a encontrar con un doble problema.

Como remate aquellas palabras, a modo de broma, le insinué la posibilidad de que nos escapásemos, que me llevara con él, 

Ana, página anterior

Dicen que el corazón tiene razones que la razón no entiende. De todas maneras, Manuel ha de regresar a Toledo, por lo cual, le evitan el trastorno del viaje en autobús, si Ana le lleva en coche. Además, así tiene una buena excusa para presentarse a la familia, como la loca que se ha enamorado de Manuel, porque es lo van a pensar en su casa como sea verdad que ha planteado fugarse y no atender a razones.

La verdad es que muy buena tarjeta de presentación no parece que sea.

Sumando puntos antes los suegros

Manuel me debió ver tan confundida y capaz de cometer alguna locura que me pidió las llaves del coche para ser quien condujese. Consideró que era la hora de que regresásemos a mi casa porque se nos hacía tarde para cenar y mis padres ya debían estar preocupados por los dos, al no saber dónde nos habíamos metido. 

Ana

Es Manuel, aquel a quien esperan recibir escoba en mano para que no se acomode demasiado y por la mañana le falte tiempo para subirse al primer autobús que le lleve de regreso a Toledo, quien, ante las ocurrencias un tanto insensatas de Ana, aunque no hable en serio, decide actuar con un poco de sentido común y le pide las llaves del coche. No la ve con muy buena disposición para conducir y entiende que esta vez es él quien ha de evitar que sea ella quien cometa una estupidez. Además, si ya está la situación bastante tensa en casa de Ana, la reacción y respuesta que pudieran encontrar en la suya tampoco resulta muy alentadora para que se aventuren. Es momento de que Manuel demuestre estar a la altura de las circunstancias y sea responsable, consciente de que tal vez aquello no les haya cambiar de parecer porque es un detalle sin importancia, pero tampoco agravará más el mal concepto que se han creado de él, si es que en algo se puede mejorar.

Ana le hace saber que, a pesar de la oposición de sus padres, se siente obligada a ser una buena hija antes que una buena novia. Manuel parece rendirse ante las evidencias, ante lo inevitable, que una vez que lleguen a casa de Ana ya todo está perdido, que tan solo ha de estar pendiente de la hora de marcharse, de que pase la noche lo más tranquila posible para poder regresar a casa sin la sensación de haber pasado por la peor de sus pesadillas, aunque no pueda evitar esa sensación de fracaso en su fallido intento por iniciar esa relación de pareja.

Como les esperan para cenar, se supone que han de presentarse en la casa a una hora más o menos prudencial, pero ellos se han entretenido en el centro comercial con la película y la charla posterior, el hecho de que sea el padre quien les abra la puerta da a entender la preocupación de éstos, que si a Ana se le ha ocurrido plantearse en broma esa fuga, para sus padres ha sido una posibilidad a tener en cuenta y un alivio comprobar que dan señales de vida.

Como Ana, también hubiera querido cruzar corriendo el pasillo y desaparecer de la vista de todos, me hubiera olvidado de la cena y de solventar las discrepancias familiares. 

Manuel

Como sucediera el viernes, Manuel se vuelve a quedar a solas con los padres, mientras Ana va a asearse. Sin embargo, la conversación resulta algo menos tensa de lo que éste se puede esperar, dado que no espera un buen recibimiento, aunque sí algo de hospitalidad forzada por la situación. En contra de la oposición con que Ana se ha encontrado por la mañana, tampoco es que se encuentre con un abrazo, pero sí con una mano tendida, con la expectativa de que la ruptura entre ellos, aunque esperaba no fuera tal brusca, sino más bien que sean ellos mismo quienes se convenzan del sinsentido de su historia. El padre se muestra algo más dispuesto a darles una oportunidad, a dejarse convencer por los acontecimientos futuros y no tanto por los argumentos del pasado.

En cualquier caso, yo tenía cena y un sitio donde pasar la noche, con la advertencia de que él dormiría con un ojo abierto por si acaso

Manuel

Por su gesto cuando nos cruzamos por el pasillo, no me dio la sensación de que se hubiera agobiado demasiado, lo que para mí supuso un pequeño alivio porque me sentía culpable, ya que no pretendía que aquella noche fuera una pesadilla para nadie.

Ana

Ana y Manuel se intercambian, de manera que éste se puede refugiar en el cuarto de baño, pero es ella quien de nuevo se ha de enfrentar a sus padres, defender su amor, sincerarse y reconocer que aún quedan temas pendientes que tratar entre ellos, pero, aun así, no está muy dispuesta a desistir en ese empeño y confía en que más pronto que tarde sus padres sean lo que acaben cediendo antes de ser ella quien se rinda. Ella entiende que de los cuatro Manuel es el único que más tiene que perder y el más dispuesto a ello.

Fotomontaje de la suegra

¡A cenar!

Entre que se les ha hecho tarde para volver y han tenido que asearse, se encuentra con que han de cenar solos, lo que también se puede interpretar como un claro intento por parte de los padres de Ana de dejar clara su postura, su hospitalidad con Manuel, que se puede quedar a dormir, pero no le van a ofrecer muchas familiaridades. Ocasión y oportunidad que Ana aprovecha con todo el descaro para que sus padres sean testigos de la complicidad entre ellos, que frente a los argumentos y la lógica que éstos le han dado para oponerse a esa relación, ella tan solo tiene la defensa del corazón, hacerles ver que entre Manuel y ella hay un buen entendimiento, que esos sentimientos, ese amor está por encima de todo, que ella es feliz y ha encontrado en Manuel a su compañero de vida.

El día termina con una despedida de buenas noches, con la separación de sus manos, sin que haya intercambio de besos, porque les cohíbe que tanto entusiasmo sea mal entendido.

Al final sus padres no tuvieran objeción a que Ana me diera las buenas noches antes de acostarse y de que se hubiera cambiado. En aquella ocasión la imagen de su madre en el pasillo con la zapatilla en la mano más que una broma para asustarme, por si se me ocurría alguna tontería, lo consideré una realidad más que posible, de manera que ni siquiera nos dimos un beso.

Manuel

El detalle que no se destaca en la versión de Ana, es que ésta se pone el pijama antes de darle las buenas noches a Manuel, que en ese sentido se muestra un tanto menos cohibida que en la Casa de Ejercicios, aunque sea más literal eso de que su madre está por ahí con la zapatilla en la mano para cerciorarse de que mantienen la compostura.

De todos modos, Manuel se marchará por la mañana y el hecho de que se muestren tan enamorados parece más la última baza que les queda ante lo inevitable. De hecho Manuel parece mostrarse un poco crítico con Ana.

En cualquier caso, la historia, la novela, continúa y puede que de momento tan solo hayan salvado el primer escollo a su relación. Los padres de Ana están algo más dispuestos a darles un voto de confianza, pero con muchos matices

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