- 11 de enero 2003
Introducción
En las reflexiones del blog y en la novela hemos dejado a nuestra pareja en un momento de tensión. Que Ana siente que se ha excedido un poco a la hora de mandar a Manuel a «freír espárragos» para que la deje tranquila, para que la olvide, que sus infructuosas expectativas sentimentales no sean lo que condicionen ni perjudiquen la relación que ella tiene con la gente de Toledo, ni con la de su barrio, por si acaso a éste se le hubiera ocurrido aparecer por allí.

Ha tenido tiempo para recapacitar, para pensar la situación con un poco más de calma y entender que tal vez se haya excedido un poco. Que sí, que puede que tuviera razón al mosquearse de aquella manera y que se hubiera quedado de piedra en el remoto caso de que Manuel hubiera acudido a esa convivencia de Navidad junto con el resto de la gente de Toledo, incluso es normal que Ana se mosquee por el hecho de que haya quien piense que pueden hacer buena pareja o se atrevan a bromear al respecto.
Pero es que Manuel, en realidad, tampoco tiene una responsabilidad directa, aunque ello no le exima de culpa. En último caso, no quiere ser ella quien cargue con la culpa de las tonterías o decisiones que éste pueda tomar o ni de que cómo se sienta en su relación con los demás.
La va a costar un mundo pedir perdón por mandarle a freír espárragos, pero prefiere quedarse con la conciencia tranquila, hacer propósito de enmienda y que éste entienda que el asunto queda zanjado, que no hay por qué darle más vueltas. Ella no está interesada en él de ningún modo, más que como amigo, como un chico más dentro del grupo, y está dispuesta a darle un voto de confianza para que Manuel también recapacite
Una chica prudente
La cuestión es que, en contra de toda lógica o por el hecho de no dejar que sean sus propias pesadillas las que condicionen su vida, porque ya tiene bastantes con sus problemas del día a día y el hecho de venir a Toledo para Ana supone una recarga de energía y vitalidad, después de Navidad se produce ese reencuentro entre ellos.
Para el retiro de enero fueron las amigas quienes me convencieron. Mi idea era no aparecer por Toledo en una larga temporada, hasta que la situación y mi trato con Manuel se hubieran enfriado y normalizado. Mis amigas me dijeron que fuera y dejara en casa la tontería que me había entrado, que me demostrase a mí misma que aquel tema estaba superado y no me tenía acobardada.
Ana
Se evidencia que Ana acude aún con el mosqueo encima, con esa desconfianza, con el temor de que «salte la libre» en el primer descuido y se vuelva a avivar lo que ella ya da por finiquitado. No quiere volver a cruzar la mirada con Manuel, porque es consciente de lo que ha dicho en su última carta y se siente algo molesta por haberse visto ante esa reacción. Es evidente que espera evitarse problemas y malentendidos
Fui al retiro el sábado por la mañana y con idea de regresar a casa esa misma tarde, aunque tampoco descartaba muy en serio que no me dejara convencer y quedase hasta el día siguiente, pero no fui muy motivada en ese sentido.
Ana

Durante el tiempo de la comida, a mis amigas y a mí se nos acabaron los temas de conversación antes que los bocadillos. Supongo que, de un modo u otro, todas nos sentimos un poco culpables y yo más que ellas porque nos escondíamos del resto.
Ana
Pero frente a esta frialdad o prudencia inicial, por dejar claro que Ana no está dispuesta a permitir que Manuel se le acerque bajo ninguna excusa, como éste hiciera en su encuentro anterior (14 de diciembre), al final con Ana y las amigas quienes cambian de postura porque entiende que aquel esconderse de todo el mundo no tiene demasiado sentido
Lo mejor para superar los problemas era que me enfrentara a ellos, por lo cual el grupo se trasladó hasta donde se encontraba Manuel, donde la gente con la que estaba nos inspiraba toda confianza y cuya compañía afianzaba esos buenos sentimientos entre todos.
Ana
Fueron ella y sus amigas quienes se acercaron y unieron al grupo donde yo me encontraba, lo cual fue tan natural que no dio la impresión de haber sido premeditado, aunque a ella no le pasara por alto que me encontraba en aquel grupo, aunque, aun así, en ningún momento se mostró fría ni distante.
Manuel
La paz sea contigo
Manuel se muestra como un animalillo acobardado, y Ana viene dispuesta a comerse el mundo y a todo el que se le ponga por delante. Sin embargo, no acude con actitud agresiva y vengativa, para dejarle las cosas bien claritas y se que deje de tonterías, sino reconciliadora. Consciente de que quizá se ha excedido en sus reacciones y que, para encontrar paz en su interior, para sentir que no es a ella a quien le han de cerrar las puertas de la ciudad por ser una visita «non grata», tiene que dar ese paso adelante y con toda discreción.
A la hora de la misa fueron mis amigas quienes escogieron el banco y yo quien me di cuenta de quién estaba en el banco de delante, lo cual, al principio, me inquietó un poco; me pareció que aquello era un exceso después de haber compartido el rato de la comida, pero no quedaban muchas alternativas y lo asumí con la normalidad pretendida.
Ana
Llegó el momento de darse la paz y primero se la di a mis amigas, después a los que se encontraban en el banco de atrás, a los que el brazo me alcanzaba y por último a los del banco de delante, a aquellos que me tendieron la mano, ya que tampoco era cuestión de perder mucho tiempo con ello, la misa continuaba. Cuando llegué a Manuel, éste, en un primer momento, se mostró indiferente, como si no lo esperase, de manera que mi mano quedó tendida durante un instante de indecisión.
Ana

Si aceptaba su mano, estaría todo olvidado y dejaría de culparme por todos sus problemas en la relación en el Movimiento. Comenzaríamos de nuevo sin que hubiera nuevas suspicacias, dejaría de ser objeto de sus quebraderos de cabeza y nuestra vida volvería a la normalidad. Fue una mano tendida de una hermana que le daba la paz a un hermano, una paz tan sincera como se la ofrecía a los demás, pero, en su caso, con todo sentido, aunque tal vez no fuera la manera más correcta de resolver nuestras diferencias.
Manuel
Para Manuel sería merecedor este momento, de una fiesta con banda de música incluida, porque había una chica dispuesta a hacer las paces, que no le rehuye. Sin embargo, éste ha de contener su entusiasmo no vaya a ser que Ana cumpla con sus advertencias. Nada de dar saltos de alegria

Ni por supuesto de expresar tan entusiasmo que se entere todo el mundo
¿Y fueron felices?

El problema o el dilema es que se trata de una novela, que ya en las primeras páginas de la versión de Manuel, éste deja claro que escribe la novela para contar cómo conquistó a Ana. Por lo cual, como sucede en todas las novelas, la tensión tan pronto baja como sube de golpe.
En esta ocasión no porque surja un nuevo conflicto entre ellos, sino por la contrariedad que supone que Ana haya acudido a Toledo cuando nadie la esperaba, porque la gente ya tiene una ligera idea de lo que ha pasado y casi mejor poner tierra por medio y dejar que pase el tiempo.
Ana, tras su ruptura con Carlos, deja pasar todo un año antes de buscar ese hueco propio entre los amigos de Toledo. Sin embargo, en lo referente a Manuel, apenas ha dejado que transcurrieran cuatro semanas, sobre todo porque su discreción ha evitado que los demás sean testigos y conscientes de ese intencion de conciliación entre ellos.

No hay habido cohetes, banda de música, ni nada. Tan solo una mano tendida y, hasta cierto punto, la torpeza de pensar que, como suele ser habitual en Manuel, no ha desaprovechado la ocasión para buscar esa cercanía entre ellos, aún siendo consciente de que su pescuezo corre peligro con tan solo el mero hecho de que se lo plantee.
Durante los siguientes capítulos se irán acercando posturas, pero quiero pensar que con lo relatado ya queda un poco más claro el planteamiento de cada uno.
Lo que sucedió es que alguien, sorprendido por mi presencia en el retiro quiso conocer mis motivos. Lo planteó dentro de ese buen ambiente y sin intención de que sus palabras resultasen una ofensa. Me hizo la típica pregunta que se le hacía a aquellos que no eran de la ciudad y cuya presencia en los retiros destacaba por su frecuencia. Esa pregunta, en este caso, fue referente a la posibilidad de que tuviera novio en la ciudad, entre los chicos del Movimiento…..
Ana
Ana se tendrá que aclarar sobre los motivos por los que acude a Toledo, aparte de los obvios, y Manuel se habrá de replantear si le merece la pena moverse de casa cuando los amigos le invitan a ir a alguna parte, dado que se tropezará con Ana y ésta ya le ha dicho que tan solo serán amigos, que no se haga ilusiones sin sentido, que a ella le sobran los pretendientes y él ni siquiera está en la lista de «los por si acaso le fallan los demás«
Si os apetece, nos vemos en el próximo capítulo
Si nos atenemos a las reacciones de Ana tenemos un próximo reencuentro, pero ¿sin fecha?
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