Introducción
Habíamos dejado la reflexión en la novela en el momento en que las chicas echaban a los chicos, (¡Cotillas no, chicos fuera!) daban por finalizada la visita, eso de que las fueran a despertar y a cantar. Porque debido a la indiscreción de Carlos, ahora todo el mundo sabe que Ana tiene novio y ésta ha reaccionado con un «¡Tierra trágame!» y escondido en el saco para no tener que dar explicaciones.
Sin confirmación formal y oficial, no está muy claro quién es el afortunado que ha acabado con la soltería de Ana, quién ha cautivado de tal manera su corazón que no se ha podido resistir a sus encantos.
Sospechas muchas y evidencias caben unas cuantas, porque lo sucedido la tarde/noche del día anterior, y durante los cuatro días que llevan de convivencia en el pueblo, dejan poco a la imaginación, pero se trata del corazón Ana y una chica tiene derecho a mantener su vida privada y sentimental en secreto todo el tiempo que considere.

Viajemos en el tiempo
Sábado, 14 de diciembre, 2002 (enlace Ana)
Si nos ceñimos a la novela, esa puede considerarse de algún modo la fecha en que se produce ese impacto.

Ya sabemos que la historia, la novela, tiene sus inicios en septiembre de 2000 y que en esos dos años ya habido algún que otro desencuentro entre Ana y Manuel, que ninguno es ajeno a la presencia ni a las expectativas del otro, que, en principio, Ana tiene claro que no busca complicaciones y tampoco quiere que le compliquen la vida.
Ese día, Ana acudió sola a la reunión de Toledo. Nadie de su parroquia la acompaña y las amigas que tiene en Toledo son lo bastante convincentes como para que ella no se lo piense, de manera que acude, con la excusa de que se queda a pasar el fin de semana y que trae una invitación para que la gente de Toledo acuda a una convivencia por navidad en su ciudad.
Es decir, ella se muestra como una chica que se vale por sí misma, que no necesita de ningún novio ni de nadie que la atosigue con insinuaciones. ¡Bastante problemas tiene ya con su vida como para buscar más! Sus tensiones con Manuel son un mal menor que tampoco la condiciona demasiado.
Tenemos a una Ana que, por una parte, ya parece que ha superado del todo su ruptura con Carlos, por lo que tampoco tiene demasiadas ganas de iniciar nuevas historias con nadie, aparte que esa necesidad de tener algo de complicidad con un chico, aunque sea desde la distancia, por medio de un chat y sin tener muy claro quién es el que está al otro lado de la línea, la tiene cubierta con «El poeta».
«El poeta» un amigo anónimo y secreto, al que le cuenta sus penas y con quien no se siente obligada ni comprometida, pero está ahí para que al menos haya alguien que la escuche, sin sentirse juzgada, muchas veces ni siquiera respondida ni correspondida. Así seguro que no la defrauda.
Todo va bien hasta que….
La mañana se desarrolla con normalidad hasta que llega la reunión por grupos. Hasta cierto punto la presencia y la actitud de Manuel no le han agobiado demasiado. Éste se ha mostrado un tanto distante y ello le ha proporcionado una cierta tranquilidad. Hay una tensión fría entre ellos, porque ya le ha dejado las cosas claras y dentro de lo que cabe éste se comporta en consecuencia.
La reunión por grupos
Lo que cambia es que debido a ese distanciamiento entre los dos durante todo el día, tras la comida coinciden en la reunión por grupo. Hasta la fecha no se había producido esta coincidencia habían conseguido evitarse y marcar distancias.
En la reunión por grupo se ponen de manifiesto las diferencias entre ellos.
- Ana es una chica con una vida muy intensa. Sus planes para las navidades tienen toda su agenda ocupada. ¡Le van a faltar días, si no le sobran compromisos!
- Manuel, por su parte, tiene la agenda vacía, en caso de que la tuviera. No se va a mover de casa ni aunque se venga abajo todo el edificio
El sorteo de jamón
Ese día, como es costumbre, como una manera de recaudar fondos para cubrir los gastos de la organización del grupo, hay una rifa, entre la que, entre otras cosas, se sortea un jamón
- La aportación de Ana, no es para pensar que se ha dejado el sueldo ni pretenda hacer gala de su compromiso o generosidad, pero le deja un buen agujero económico en su cartera. Que si no es ella quien se lleva el jamón es porque los demás también han adquirido papeletas para el sorteo
- La aportación de Manuel, es la de alguien que espera tener demasiada suerte en el azar o tiene tan pocas expectativas de ganar, que ni siquiera queda claro que participe en el sorteo
Cena con amigos
Como Ana se ha quedado a pasar la noche en Toledo, el fin de semana, se apunta a todo lo que le propongan las amigas y lo habitual es que tras la reunión, quienes quieran, se vayan juntos a cenar y lo que dé la noche en Toledo y más en esas fechas.
Manuel, que en otras circunstancias y en base a lo que se cuenta de él en la novela, se hubiera marchado a casa tras finalizar la reunión, en esta ocasión decide quedarse. No está claro si porque los demás le convencen o porque tiene el aliciente de la presencia de Ana y pasa por alto las advertencias o recomendaciones de ésta en ese sentido.
La cuestión es que esa cena, en principio en plan de amigos, provoca que en la conversación aflore la tensión entre ellos, la mención a la posibilidad de que si entre los presentes, dado que hay el mismo número chicos que de chicas, se tuvieran que formar parejas, lo de ellos no se descartaría del todo.
Ana mira a Manuel, Manuel mira a Ana y se produce un tenso silencio, un cruce de miradas, que ninguno de los dos se atreve a romper para convencerse el uno al otro de que tal insinuación no tiene ningún sentido.
Tras la cena, Manuel se marcha a casa y Ana se queda con las amigas para seguir con la diversión.
¡En serio, que no!

El prototipo de chicos que le gustan a Ana, es más próximo a Carlos, su exnovio, un chico con personalidad, presencia y grandes cualidades personales. En el hipotético caso de que ella quisiera volver a enamorarse, no rebajaría sus expectativas. Aunque debido a sus circunstancias personales, en realidad, la que se siente rechazada por los chicos es ella.
No prefiere no ser una carga para nadie y está muy a gusto sola. Tiene su trabajo, su grupo de amigas, su implicación con las actividades de la parroquia y cuando las amigas de Toledo la consiguen convencer, tarda poco en hacer una escapada. aparte que, si se siente con ánimos, participe de cualquier otra actividad organizada por el grupo
Manuel, si no es tonto, se esfuerza en parecerlo. Es ese tipo de chicos que ella no quiere tener cerca, por lo cual, mejor que no se mueva de Toledo, que ni se plantee aparecer por la convivencia de esas navidades y aún menos insistir en ese pretendido interés por ella. ¡Apenas la conoce y tampoco tienen tanto trato como para que se haya creado expectativas!
De hecho, por lo que ha visto hasta ahora, es de ese tipo de chicos, que en vez de esforzarse por impresionar a las chicas, por parecer un chico medianamente interesante, da la sensación de que se esfuerza más por espantarlas. Si la primera impresión no es demasiado mala, la segunda es desastrosa.
Que si las demás pierden el interés, si alguna vez lo han llegado a tener. Ella no es la excepción. Pero por parte de Ana, interés cero y mejor que se desentienda porque ya se lo ha dejado claro por carta, confiada en que ya esté lo bastante escarmentado.
Por si acaso, no tiene reparo en recordárselo de nuevo, para que le quede bien clarito, que ella no acude a Toledo porque éste interesada en él ni por su puesto espera que éste se mueva de casa con la absurda expectativa de que un mayor acercamiento por su parte le hará cambiar de parecer.
Si fuera alto, guapo y con los ojos azules
El novio, el chico perfecto, no existe, pero para que a Ana le pudiera empezar a gustar/interesar Manuel en ese sentido, aparte de ser el último hombre sobre la tierra y tener que estar ella muy desesperada en temas del corazón, se le debería parece un poquito, al menos un 0,0000000000000001%.


Si al menos fuera un poco más como Carlos, tendría un pase. Pero es que Carlos es Carlos y no es de esos chicos a los que les convenga tener por novia a una chica que a la larga le suponga un lastre. Éste necesita de una chica que sea capaz de seguirle el ritmo, porque él se compromete en serio y encanta como futuro yerno a la madre de la chica


Incluso, si se esforzara un poco, dado que le gusta eso de escribir y de enamorar a las chicas con sus poemas, podría ser un poco más como el chico este del chat, «El poeta», un chico que, si hasta ahora no ha tenido demasiada suerte en sus relaciones con las chicas es porque aún no se ha cruzado con ninguna que le merezca la pena, que le haya sabido entender.
«El poeta», al principio si era un poco más activo en el chat, pero Ana ya le comentó que ella no buscaba nada en serio, que le respondería cuando a ella le pareciera bien, lo que provocó que se volviera un chico un poco más callado e introvertido.
Tampoco es que Ana se considere una aficionada a la poesía, aunque tienen sus gustos literarios y se considera una chica con la que se puede conversar de casi todo, hasta el punto de que se toma la libertad de contarle sus penas a «El poeta», aunque éste se aburra de sus historias y líos mentales. sin embargo, entiende que puede hablar con él con confianza.
Sí, eso, Manuel no es el chico perfecto, tampoco es necesario que lo sea, pero en el remoto caso de que a Ana se le cruzasen los cables y se planteara darle una oportunidad, como mínimo y siendo benevolente con sus defectos, le aceptaría que se pareciera a «El poeta».

Ana tiene la carta que le mandó Manuel en junio, con la tonta excusa de que había interpretado su nerviosismo hacia él con un supuesto y reprimido enamoramiento, del que éste pretendía sacar provecho, como si ella fuera a ser una chica tan fácil o le fuera a corresponder.
Lo que Ana piense o siente hacia Manuel no es más que curiosidad derivada del hecho de que éste no acudió al campamento de verano del año 2000, en la que a ella le correspondió ser su amiga invisible. Pero como no acudió, al final le asignaron a otra persona y se solventó esa disyuntiva y el problema.
También tiene los mensajes que «El poeta» le ha mandado por correo electrónico. No son mucho y por supuesto, como acordaron, tampoco da demasiadas pistas sobre su identidad, pero una cuestión es que no le pueda poner nombre ni cara y otra muy distinta que no deje que en esos mensajes aflore su personalidad.
Es decir, que, si no fuera porque no puede ser, porque sería absurdo que se produjese esa conciencia, si te fijas en la escasa información que «El poeta» da sobre sí mismo, se podría decir que se trata de Manuel.

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