Manuel, Silencio en tus labios (1)*4

Abril 2003

Su primera carta me llegó a casa el jueves con fecha del martes. No me sorprendió porque la esperaba desde hacía cuatro días, Ana me había avisado de ello el domingo para que no me sorprendiera, si lo que leía en ésta me resultaba un tanto frío o sin demasiado sentido después de que se hubiera confirmado nuestra relación. Eran las reflexiones que sobre nosotros había escrito durante la Semana Santa, algo así como un diario, dado que, aunque evitase estar conmigo, le había sido imposible no pensar en mí y estar atenta a todo cuanto hacía o dejaba de hacer. En esas reflexiones estaba todo lo que le hubiera gustado decirme entonces y, por prudencia, se había callado. Sin embargo, ese secretismo después del domingo ya carecía de sentido para mí. Era como si necesitara justificarse ante mí o que, a pesar de su fortaleza personal, no pudiera negar sus propias debilidades humanas, que ella no era tan fría como yo me había creído ni tan seria como para no agradecer algún que otro detalle de afecto. Era mujer.

Lunes, 14 de abril, 2003
Durante estas nueve últimas semanas no me he movido de la ciudad ni cambiado mi rutina de todos los días, ni aunque mis amigas me propusieran que fuera al retiro de marzo. Rehusé porque tenía mis motivos para ello y aparte necesitaba tiempo para mí, para aclararme. Han sido varias semanas de reflexión y búsqueda de consejo sobre todo lo que me ronda por la cabeza. En cierto modo me siento algo inquieta por esta tranquilidad, dado que ni Manuel me ha escrito ni yo he sentido el impulso de enviarle otra carta. Mi estancia en la ciudad es como mi refugio ante la posibilidad de que un nuevo encuentro o tropiezo suponga una ruptura o el comienzo de algo de lo que no estoy muy segura, dado que, a pesar de las pocas confianzas que ello me inspira, tampoco encuentro razones firmes que rechazasen a Manuel, aunque tampoco que lo coloquen en un puesto de preferencia en mi vida ni en esa situación en la que él querría que le coloque sobre el resto, si es que hubiera alguno más. Me pesa más lo mucho que me callo que todo lo bueno que él me dijera o compartiera conmigo. Siento lo mismo que con Carlos, que en realidad no estoy a la altura de sus expectativas y se convertiría en otra frustración personal.

Me ha llegado la lista de toda la gente que se ha apuntado a la Pascua. Este año me ha tocado ser la responsable de una de las pascuas y los del Consejo esperan que me haga cargo de la distribución de los grupos, aparte daré una de las charlas y ayudaré en todo lo demás. Como de aquí vamos la mayoría, en realidad, es lógico que, si soy la dirigente del grupo, se me haya asignado esa tarea. Lo cual, de momento, no sé cómo haré, pero el miércoles ya ha de estar más o menos perfilado. ¡Vaya una responsabilidad!
De Toledo vendrán cinco, tres chicos y dos chicas. Manuel será uno de ellos. Será la primera vez que coincidamos en algo así y no sé qué pensar al respecto. Mi D. E. me ha aconsejado que no le haga mucho caso, pero es que, después de nuestra charla del otro día, no sé qué pensar. Es un chico que en el fondo tiene su encanto, pero ¡muy en el fondo!, según algunas. De momento, no le pondré en mi grupo, no sea que se piense algo raro al respecto, aunque tal vez debiera darle una oportunidad e insinuarle algo. No lo tengo claro. No quiero complicaciones con una nueva relación que lo más probable es que acabe en nada o peor de lo que ya está. Somos muy distintos y vivimos muy distantes. Aunque ya sé eso de que para el amor no hay barreras y que tal vez debamos darnos una oportunidad, pero ya sé cómo es él, lo que hemos pasado hasta ahora y no creo que las expectativas sean muy alentadoras. Él está obsesionado conmigo, porque no creo que sus sentimientos tengan otra definición. Hasta ahora ha sido un poco tonto, pero no es mal chico.

Si coincidiéramos en un campamento la situación sería distinta a la Pascua, habría más días y más tranquilidad, no me sentiría tan agobiada ante la expectativa de que coincidamos, pero se trata de la Pascua y estaremos casi en familia, en un grupo pequeño. Por mucho que no quiera, que no me agrade la idea como tal, estaremos juntos la mayor parte del tiempo. Confío que él entienda el sentido de “estar juntos” y no se lo tome muy literal. Tan “juntos” no estamos. Yo voy a la Pascua con mis amigas y espero que él haya escogido esta pascua por sus amistades y no porque venga con aspiraciones románticas, ya que se irá con un palmo de narices y con la sensación de que ha perdido el tiempo. La Pascua no es para eso. 

Supongo que, de algún modo, me siento halagada por el hecho de que haya alguien que se interese por mí, aunque asumo que con Manuel he tenido algún que otro desencuentro estos últimos meses y, como le he confesado a alguna de mis amigas: “¡le daría de tortas y me quedaría encantada!”. Sin embargo, después de haber tenido la oportunidad de hablar con él, haberle cantado las cuarenta e intentado que este asunto quedase olvidado, he de admitir que no soy tan fuerte como creía. Como digo, al final creo que le he encontrado su encanto, aunque, tal y como se comportó el otro día, me temo que él no tomará la iniciativa. Supongo que le acobardé, aunque, en realidad, no fuera esa mi intención. Tan solo pretendía que dejase de obsesionarse conmigo o, en caso de hacerlo, que no se escondiera como un cobarde y me lo dijera a la cara, por si se había planteado algo serio al respecto. Lo único que conseguí fue asustarle.

Mis amigas se pasaron un poco de la raya con sus comentarios sobre que había ido al retiro a ver a mi nuevo novio. Después de lo sucedido en el retiro anterior, no era como para que se bromeara con ello. Fui al retiro de febrero porque me apetecía estar con la gente, en realidad, alejada de la rutina. El caso es que el rumor le llegó a Manuel y es posible que eso le cohibiera un poco y durante todo aquel día estuvo bastante prudente. Al final nos quedamos solos y fui yo quien no desaprovechó la ocasión para cantarle las cuarenta. Por suerte, no me dejó plantada en el último momento. No es que a mí me apeteciera demasiado que nos vieran juntos después de todo lo que se había dicho sobre nosotros. Tampoco es que estuviéramos en el grupo como una pareja más, pero no fue tan horrible. Sólo fue la novedad- creo que no me importaría repetirlo-. En cualquier caso, me temo que es mejor no hacerme ilusiones y, sobre todo, que él no se las haya creado ni sea ese el motivo por el que se ha apuntado a esta Pascua.




Martes, 15 de abril, 2003
La distribución de los grupos ya está. Se lo he comentado a los del Consejo y parece que están de acuerdo, aunque me han pedido que haga un par de cambios. Había puesto en el mismo grupo a una pareja de novios y al parecer éstos prefieren no hacerlo juntos todo. Van a vivir la Pascua como los demás; ya encontrarán tiempo para romanticismos cuando puedan, que durante esos días habrá ocasión para relajarse.

Con respecto a Manuel no ha habido ningún problema. En realidad, no me he quejado porque vaya a estar allí ni creo que pase nada porque coincidamos. Sabré manejarle. En realidad, creo que prefiero que se haya dado esa coincidencia. No quisiera sentirme culpable por el hecho de que él se quede en casa pensando que coincidirá conmigo y me molestará. Es un incordio, pero, si él es tonto, tendré la ocasión de demostrarle que, al menos conmigo, esa tontería no va a ninguna parte. Será la primera vez que coincidamos en algo así (reitero). Y, aunque no espero que sea una situación demasiado agradable, en principio, después de nuestra charla del otro día, me parece que no debo ser tan injusta. Sólo es un chico más y no tiene por qué estar pendiente de mí todo el día. Imagino que, después de tantas pascuas vividas, no irá a hacer el tonto.

Si el otro día mantuvimos una charla amistosa, no veo razón para que no compartamos la Pascua en un clima de fraternidad, con todos, como todos, pero eso sí, ¡él por su lado y yo por el mío! Quizá, si durante la Pascua sucediera algo que provocase un cambio de actitud por mi parte, lamente la frialdad con la que ahora me lo planteo. Sin embargo, tengo claro que a la Pascua nadie acude en busca de pareja. Si él se ha apuntado con esas expectativas, creo que se equivoca desde el principio. Yo tengo claro que espero que ésta sea una Pascua lo más tranquila posible, como lo han sido todas hasta ahora, aunque este año tengo la impresión de que habrá cuestiones que llevaré conmigo, a pesar de que no me agrade. Queda pendiente si la despedida de febrero tuvo algún sentido o no fue más que consecuencia del momento.

Tengo hasta mañana para tomar una postura y una decisión clara ante ello, porque está claro que, si me muestro muy afable desde el primer momento, me temo que no me le quitaré de encima en los cuatro días y necesitaré momentos de tranquilidad, sobre todo que me permita que viva la Pascua a mi ritmo y sin coacciones por parte de nadie. Si él acude en plan tonto, me temo que por mi parte no tendrá la menor complicidad. Si por el contrario se comporta como los demás, acorde con lo que allí vivamos, hasta es posible que compartamos banco alguna vez y no le rehúya. Lo que está claro es que esta pascua no será el reencuentro de dos enamorados ni nada por el estilo. Mis obligaciones están con el grupo porque los del Consejo han puesto en mi toda su confianza, por suerte no estaré sola en esas labores y cuento con la colaboración de todo el mundo.


Miércoles, 16 de abril

Ya estamos aquí. Los de mi grupo hemos venido en tres coches, aunque Carlos sólo haya venido a traer gente y después se haya marchado. Volverá el sábado. Espera que hablemos. Creo que espera que vuelva con él o, más bien, que no está muy seguro con su nueva relación, salvo que se haya planteado algo más serio y necesite estar seguro que yo tengo las ideas claras con respecto a lo nuestro. Si me pide que volvamos, me parece que le diré que no. Lo nuestro no tiene mucho sentido ya, aunque hayamos estado tres años como novios y todos dijeran que hacíamos buena pareja. Rompimos hace dos años y él ya sale con otra chica, aunque durante este tiempo nos hayamos tratado como amigos porque somos del grupo. Creo que es mejor que intentemos cortar del todo porque no me parece bien que se alargue más esta situación. Rezaré por ello estos días y tomaré una decisión.

Manuel también ha llegado y le he saludado con toda normalidad. Le esperaba con cierta inquietud porque no tenía muy claro si él sabría que coincidiríamos. Por la expresión de su cara, me ha dado la impresión de que se ha sorprendido al encontrarme aquí. Espero que sepa a lo que ha venido; no es su primera Pascua. Yo quiero vivir la Pascua de manera que, para que no me distraiga, le evitaré todo lo posible, aunque no se lo contaré a nadie, salvo a mis amigas para que me ayuden en lo posible, dado que aún no sé lo que siento por él en realidad y quizá sea justo lo que necesito para olvidarme de Carlos.

Jueves, 17 de abril
Creo que Manuel ya se ha percatado de que le evito, aunque parece que quiere estar conmigo y se pone en evidencia delante de todos. Mis amigas ya me lo han dicho, pero, de momento, no tengo intención de hablar con él porque, si supiera que soy yo quien no le quito el ojo de encima, tendría que confesárselo todo y todavía no sé lo que siento. Al menos, de momento, he conseguido que me deje tranquila. Le he hecho creer que me escondo para preparar la charla y es verdad, pero me siento allí desde donde puedo verle. Sin embargo, reconozco que eso de perderme de vista durante un rato, él se lo toma más en serio.
A veces creo que tengo suerte de ser mujer, gracias a eso Manuel no puede seguirme a todas partes. De hecho, tampoco creo que lo intente en ningún momento, aunque como estamos viviendo la Pascua, nos encontramos cada dos por tres. Él es un chico y no puede subir al alojamiento de las chicas. Preferiría pasar más tiempo en la capilla, pero aquí estoy mucho más tranquila durante el tiempo de descanso.

Viernes, 18 de abril
¡Le tengo mareado! Lleva varios intentos por sentarse a comer conmigo, incluso compartir el banco cuando estamos en la iglesia y yo no hago más que buscarme excusas para que no lo consiga. Suerte que no estemos en el mismo grupo y que me apoyo en mis amigas. Éstas se quejan cada día, pero no es que les quite razón, sólo que no saben que, si realmente yo fuera tan impulsiva como él, compartiríamos grupo, mesa y banco desde el miércoles. Sin embargo, él sólo quiere estar conmigo, no creo que realmente esté ligando. De algún modo, me parece que soy yo quien le provoco al evitarle de manera tan descarada. ¡Soy así de traviesa!

Sábado, 19 de abril
Quizá sea tonto, pero me apetece hacer el Emaús con Manuel. Ya me he enterado cómo se formarán las parejas, suerte que soy una de las organizadoras, y creo que me será fácil. Él se acobardará y me temo que, aunque se le diera esa posibilidad, no me escogería a mí como pareja. Cuando estamos juntos siempre hay alguien que nos pregunta si somos novios y hasta ahora no he hecho más que negarlo. Creo que es hora de que sea yo quien se lo pregunte y confío que no me dirá que no porque, de lo contrario, haré el ridículo delante de todo el mundo. Me esperaré hasta que lleguemos al pueblo por si acaso él se decidiera a decirme algo, pero no lo creo. En su caso, la valentía y la caballerosidad aún no se han inventado. Es demasiado cobarde para dar la cara por temor a que alguna le dé un sopapo.

Si al final no hacemos juntos el Emaús, creo que, de todas maneras, algo tengo que decirle. A Carlos esta noche le pediré que me olvide y se centré en su novia, pero, si antes he confirmado que entre Manuel y yo hay algo, me será más fácil. Estamos en Pascua y no quisiera mentirle a nadie; ya me confesé el otro día.

Domingo, 20 de abril
De vuelta en casa. Esa es la buena noticia. La mala es que Manuel no está aquí conmigo ahora que somos novios. Nos queremos. Se lo tuve que confesar porque el muy tonto andaba bastante despistado y no hacía más que meter la pata.

La conquista tuvo poco de romántico. Como mis amigas me han dicho, se lo he puesto demasiado fácil y yo no soy así en realidad. Se lo confesé ayer cuando llegamos al pueblo, después de un Emaús silencioso y accidentado. De esos en los que me dan ganas de golpearle por tonto. Y hasta esta tarde después de comer, cuando por fin hemos hablado en serio, le he estado haciendo sufrir porque tuvo que mantener mi confidencia en secreto cuando quería que lo supieran todos. He sido un poco traviesa. Así creo que me respetará.

Me respetarás ¿Verdad? Porque si has llegado hasta aquí y has leído esto es porque he encontrado el valor para dejarte que leas mis reflexiones.

Mi respuesta no se hizo esperar, dado que era una condición para que me enviara sus reflexiones y me hiciera esas confesiones. Le escribí y confirmé que había sido un tanto traviesa, pero que no se lo tendría en cuenta porque, al final y en el fondo, todo había sido por amor y por vivir la Pascua por encima de todo. De igual modo, reconocí que no sabía que su relación con Carlos hubiera durado tres años, pero que confiaba en que lo nuestro fuera para toda la vida, siempre y cuando ella comprendiera que mis torpezas se debían a que ella era mi primera novia formal y segura. Con otras chicas no había llegado a tanto, a pesar de que nosotros estábamos empezando. Le rogaba paciencia, dado que el hecho de vivir tan lejos el uno del otro supondría una dificultad, pero entre los dos lo llevaríamos bien. De hecho, esperaba que entendiese lo importante que ella era en mi vida, como yo pretendía serlo en la suya, porque no se arrepentiría de estar enamorada y anhelando que llegara el día en que volviéramos a vernos, que para mí se hacía tan lejano como incierto, pero, por verla, el tiempo se me pasaría volando.

También le conté cómo me había ido la Pascua. Reconocí que su actitud hacia mí me había llegado a confundir; que, en algún momento, había provocado que estuviera más pendiente de ella que de lo que allí se vivía; que tal vez lo único que habría cambiado de aquellos días fuese ese jugar al escondite conmigo cuando no había razón para ello. Todo hubiera sido más fácil, si en vez de evitarme, me hubiera dado la oportunidad de hablar con ella con la misma fraternidad que los demás. Tal vez no como lo habíamos hecho en febrero, pero sí con una actitud conciliadora.

Noviazgo por correo
Matrimonio, noviazgo por correo,
la espera de una carta que no llega,
la cita en un lugar desconocido,
estar aquí cuando ya te has ido,
un amor inventado con frecuencia,
una pasión con mucha interferencia,
dando saltos para ver la distancia,
para ver acortarse mi añoranza,
pero es amor nuestra esperanza,
nuestro sueño de vernos algún día,
siendo flecha y corazón sin lanza.

Final del libro 1