Hablan de amor

SILENCIO EN TUS LABIOS

Introducción

El momento más romántico de toda la novela parece del todo deslucido.

No hay nada del típico romanticismo ¿O sí?

Versión de Ana

Di tres pasos largos desde la puerta hasta que llegué a su lado, ni uno más ni uno menos, porque un paso más hubiera supuesto que me echase sobré él y uno menos que me quedase tan alejada que mis palabras se escuchasen por todo el pueblo, cuando se trataba de algo tan personal. Mi intención era que me mirase a los ojos y se fijase en mi sonrisa. No se esperaba mi reacción y por eso se turbó ante mi comportamiento. Más que paralizarse, le sentí asustado, incapaz de reaccionar ante lo que no sabía que se le venía encima. Su suerte fue que no diera ni necesitara más que esos tres pasos para acortar la distancia que se interponía entre los dos, como si le fuera a abrazar, pero fueron los pasos justos para que las puntas de mis pies se rozasen con los suyos y mi boca se acercase a su oreja para decirle aquello que tenía pensado y que al final me salió más natural de lo esperado. Aquel “Te quiero, tonto. Luego hablamos” me salió del corazón y no tanto de la cabeza, hasta el punto de que yo misma me asusté, porque tan solo esperaba que hablara conmigo cuando tuviera un momento, no que aquello fuera una confesión de mis sentimientos. Tras lo cual retrocedí sobre mis pasos y me encerré en la casa con más vergüenza que prisa. Es decir, que, si hui, fue más por cobardía y no porque no deseara una respuesta en aquel momento.

Ana, 19 de abril, declaración de amor

¿Qué falta?

  • No hay nadie que se arrodille y proclame a los cuatro vientos ese amor irrefrenable
  • No hay besos apasionado, ni siquiera en la mejilla

Los habrá, pero no adelantemos acontecimientos.

  • No hay cohetes estallando en el cielo;
Pirotecnía
  • No hay la sensación de que la luz del sol brille con más intensidad
Luz intensa del sol
  • No hay una luna que brille que ilumine la noche sobre nuestro par de enamorados.
  • Nadie parece sentir mariposas en el estómago
  • No hay vítores ni exclamaciones de entusiasmo por parte de nadie…
sonido de aplausos y gritos
  • No hay banda de música que endulce este momento ni más ruido que el que pueda haber en cualquier calle de pueblo tranquilo a media tarde.
Te quiero. Gloria Trevi, Letra de José Luis Perales

Tan solo un «Te quiero»

Tan solo ha habido un «Te quiero» de Ana que nadie más ha escuchado, que nadie puede afirmar ni desmentir. Es algo que se queda entre ellos dos. Todo queda para luego. Pero, sobre todo, queda como algo discreto

¿Quién les puede acusar de haber sido tan osados, tan atrevidos? Nadie

Ni siquiera vosotros, los lectores de la novela.

Ni yo como autor de la misma podría decir que me he enterado. Que, si me he atrevido a escribir sobre ello, a incluirlo en la novela, ha sido por que se trata de un momento crucial de la novela, porque sin este momento nada de cuanto sucede a continuación tiene sentido.

Hay que tener en cuenta, como ya he recalcado en alguna que otra entrada, que Ana sabe de los defectos de Manuel, –¿Quién se los ha contado? ¡Qué confiese! – Aparte que, si es cierto que se siente dolida y afectada por las torpezas de éste. Sin embargo, ha tenido tiempo para observarle. Se ha mantenido a distancia y a salvo, mientras éste pretendía en vano llamar su atención. Manuel ha sido el chico de sus pesadillas durante once meses. Ella, con su prudencia y frialdad, con su saber estar, ha intentado que se olvidara de ella, que le diera su espacio, para, al final, darse cuenta de que en su mundo hay sitio para los dos, antes que para ninguno.

Ana ha encontrado en Manuel un motivo para vivir, para sonreír, para encontrar esa complicidad, ese juego entre los dos. Ha sido divertido ponerle las cosas difíciles, hacerse la fría e indiferente, pero imposible no fijarse en la reacción de éste y lamentarse por su frustraciones. Él ha conseguido devolverle la alegría, las ganas de volver a enamorarse y dejar atrás su penas del pasado. En todo caso, él habrá de conocerla mejor, descubrir todo eso que nadie le ha contado a ella y que espera no le espante.

Ella no es perfecta, no es el la luz que ilumina el mundo, tan solo es Ana, una chica como las demás, una chica de una capital de provincias, con algún que otro problema de salud y a veces un poco de mal genio. Ese pedestal en el que Manuel parece haberla subido, mejor que no tenga demasiados escalones, no vaya a ser que pierda el conocimiento o tropiece. ¿Estará allí Manuel para recogerla entre sus brazos?

Reflexión

La intención y reflexión de esta secuencia de la novela, es justo esa, ese contraste entre los fuegos artificiales que espera Manuel cuando Ana le confiese su amor y la discreción con que ésta se lo plantea, porque, en realidad, el plan de Ana con respecto a «El camino de Emaús«, hubiera servido para que ambos se hubieran puesto en evidencia, para que toda la atención se hubiera centrado en ellos dos, de tal manera que la pretendida y estúpida heroicidad de Manuel al decir que rechazaba a Ana como su compañera, aunque sea una manera de ponerse en evidencia, una torpeza por su falta de discreción y una evidente humillación para Ana, ya que esa buena intención rompe por completo con la finalidad de aquel emparejamiento, al final les libra a los dos de esa tesitura. Consigue que este romántico momento se quede para los dos.

Nadie más que Manuel ha escuchado esas palabras en sus oídos, en su corazón. La impresión para los demás es que ha sido un instante tan breve, tan rápido, que es fácil suponer que Ana ha terminado por zanjar el asunto, su historia de amor, y no quiere volver saber nada del tema. Una chica enamorada no puede ser una chica que huye, ni el chico que ve cumplidos sus anhelos de conquistador puede ser ese que desaparece empujado por la brisa más suave, en vez de permanecer allí plantado y sentirse el más dichoso del mundo junto a su amada sin que nada más le importe.

Aseémonos para la cena

Como si se tratase de una historia que se vende por capítulos, con intermedios publicitarios. Ambos se han de enfrentar al hecho de que los demás les pregunten mientras se asean para cenar, con la suerte de que los chicos no saben lo que ha pasado y las chicas se encuentra con que Ana no se muestra muy habladora, aunque sí dispuesta a que esa última cena de la pascua sea un tanto especial para los demás porque es la continuación del Emaús. Sin embargo, Ana se lo plantea más como la ocasión de volver a juntarse con Manuel, que esta vez sí compartan mesa, aunque existe el pequeño inconveniente de que es el grupo de éste el encargado de servir y quizá no lo disfruten tanto como a ella le gustaría.

Es en este momento cuando de nuevo dejo este sábado 19 de abril en stand by, Manuel que ya está en el comedor y Ana sale del alojamiento de las chicas y se dirige hacia allí. Esta vez el reencuentro va a ser muy diferente. Sobre todo porque nadie sabe lo que han hablado entre ellos, pero se pondrá en evidencia de que han sido compañeros en «el Camino de Emaús». Después de lo sucedido antes de salir, es lógico pensar que más de uno se espere que la situación se vuelva un poco tensa. ¡La tontería de Manuel ha sido demasiado gorda! Pero, a diferencia de otras ocasiones, esta vez las chicas no van a proteger a Ana, ésta tampoco se lo ha pedido. Ella se siente capaz de controlar la situación, sin haber dado muchas explicaciones. Se puede entender que Manuel ya ha cumplido con creces con su estupidez en la pascua, que, por orgullo propio, no se le va a ocurrir ni respirar porque no será Ana la única que le llame la atención.

Comedor de la Pascua

Si pilláis sitio, estáis invitados a cenar. Esta vez no hay tan solo una silla reservada, sino dos, por lo que el resto están para los primeros que lleguen y quieran disfrutar del espectáculo en primera fila.

¿Cómo va a ser ese recibimiento? ¿Se pondrá Manuel en evidencia? ¿Van a hacer público su amor? ¿Saldrá Manuel vivo de allí como diga alguna tontería? ¿Romperá Ana con su discreción habitual? Las chicas saben que algo gordo ha pasado entre ellos dos, pero todo son conjeturas que Ana no les ha querido concretar y el hecho de que sea la última en cerrar la casa da mucho que pensar.

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