¿Cómo se le dan calabazas a un chico?

SILENCIO EN TUS LABIOS

En la novela:14 de Diciembre/Navidad 2002

Sobre todo «¿Cómo se le dan calabazas a un chico para que se entere?»

Introducción

Siguiendo con las reflexiones de las últimas entradas sobre la novela, nos falta el remate.

Sabemos que Ana terminó aquel sábado 14 de diciembre de 2002 un tanto mosqueada con Manuel, porque ya no es que éste se muestre más o menos inoportuno en su acercamiento a ella, se producen coincidencias demasiado sospechas que favorecen ese evitable acercamiento entre ellos.

Parece ser que a sus amigos no les importa hablar y bromear con el tema con total y absoluta libertad, hasta el punto de emparejarlos y asegurar que formarían una buena pareja.

Ana enfadada. Fotomontaje

De manera que no puede más en su asombro y frustración. Como suele decirse, «carga las tintas» contra el responsable de este desatino, dado que no puede más, porque o se pone serio y deja de hacer tonterías por llamar su atención o ella tomará cartas en el asunto y de seguro no será algo que le agrade.

CARGAR LAS TINTAS significa exagerar de forma excesiva o cercana al exceso.

Ella prefiere seguir viviendo a Toledo sin la preocupación ni la inquietud de que le relacionen con Manuel, ya sea para bien o para mal. ¡Qué la dejen tranquila que ella no anda buscando novio! Cuando viene a Toledo es para estar con las amigas, para participar de las actividades del Movimiento y para llevar una vida normal.

Cuando regresé a casa, tras una ducha, cogí un par de folios con intención de que Manuel supiera lo que pensaba y no se obsesionase conmigo, por si con la primera carta no hubiera bastado. Reconozco que estaba algo nerviosa y de nuevo me sentía perjudicada por toda aquella historia. Tampoco es que fueran palabras de desesperación ni de desahogo; intenté ser seria, pero firme a la vez, darle mil y una razones para que me olvidase sin que ello implicase que ninguno se distanciara del Movimiento, pero no me quería sentir culpable por ello, ni que él lo fuera por mí causa. Además, le planteé todas las objeciones posibles a ese hipotético noviazgo entre nosotros, sin que hubiera en esa historia nada que lo hiciera viable, ya que por supuesto no habría un cambio de parecer ni de sentimientos por mi parte. Si mi historia con Carlos se había terminado, a pesar de que no vivíamos tan lejos el uno del otro. En su caso las distancias eran mayores.

Ana, 14 de diciembre 2002

¿Qué diría la carta? ¿Cómo sería?

Según se dice en la novela:

  • dos folios escritos de su puño y letra por ambas caras”.-> Resumirlos en un párrafo, como si el hecho en sí no tuviera la suficiente relevancia y pretendiera pasarlo por alto, resulta un poco complicado.
  • Intenté ser seria, pero firme a la vez, darle mil y una razones para que me olvidase”.-> Todo se concretada en el inconveniente de la distancia y sentimientos no correspondidos. Pero, como bien se da a entender, es una carta de desahogo, de reiteración. Una mezcla entre una explosión de impotencia y la moderación para no causar más daño o, en todo caso, que el receptor de dicha misiva entendiera sin más palabras ni reiteración el mensaje y la trascendencia de aquel ruego.
Vale, igual si eres Miranda Priestly sí que quieres destruir su mundo, pero tú tienes más clase. Recuérdalo.

Miranda Priestly (nacida como Miriam Princhek ; 25 de octubre de 1949) es un personaje de la novela de 2003 de Lauren Weisberger El diablo viste de Prada , interpretada por Meryl Streep en la adaptación cinematográfica de la novela de 2006 .

Es una poderosa editora en jefe de la revista de moda ficticia Runway , con sede en la ciudad de Nueva York . Es conocida tanto por su comportamiento glacial y su actitud de diva como por su poder sobresaliente dentro del mundo de la moda.

Wikipedia

Se entiende que es una manera amable de mandar a Manuel a freír espárragos, a hacer puñetas, «¡Déjame en paz de una vez,…!» «¡Me tienes hasta las narices con esta historia!» y otra sarta de sandeces por el estilo, que, sin embargo, se expresan de una manera comedida. Se evita la humillación porque se sobreentiende que, en tal situación, no está para que de su cabeza salgan muchos halagos hacia mi personaje.

Lo importante y relevante del caso es que Ana está harta de toda esta historia. Tiene la sensación de que los últimos acontecimientos han acabado con su paciencia. Su mundo se ha terminado de hundir de la manera más tonta, por culpa de un chico que no parece tener más de dos dedos de frente; alguien que se ha colado en su vida como la peor de las garrapatas y justo allí donde ella ha ido en busca de paz y tranquilidad.

Se sobreentiende que Ana acude a Toledo a descansar, a desconectar de todo y de todos. Sin embargo, sin que lo haya buscado, se ve envuelta en un asunto que se escapa de su control, una historia que no tiene ni pies ni cabeza, pero que le condiciona hasta el punto de plantearse muy en serio su futuro y relación con los amigos.

¡Está hasta las mismísimas narices de todo! Basta con que le rocen para que estalle.

Así, muy bien, con elegancia… que no se note que te ha afectado lo que acabas de oír.

El causante del mosqueo

¿Es mi personaje responsable de aquella pesadilla? ¿Si? ¿No? ¿Es por lo que dice, hace o calla? ¿Acaso no es también víctima de los acontecimientos? ¿Se merece ser receptor de esa misiva?

Es cierto que se ha pasado tanto de listo como de “ligón de turno”, pero también que, a su manera, hace el esfuerzo de enmendarse, aunque no con el éxito que se esperaría. Pasarse de frío es la manera más estúpida de lograr que destaque aquello que se quiere esconder.

Se hace evidente que para los demás no tiene la misma relevancia ni importancia, que se lo toman un poco a broma, sin ser muy conscientes de la gravedad del asunto. En cualquier caso, los comentarios e insinuaciones que se hacen al respecto no tienen ninguna maldad y han de entenderse dentro del contexto en que se producen.

En la novela queda claro que quienes provocan este estallido final por parte de Ana son quienes no saben demasiado del tema y hablan por hablar. Tal vez han escuchado rumores o tan solo intentan componer un rompecabezas que tan solo tiene sentido en ese momento y circunstancias.

Se trata de una cena entre amigos, de un comentario un tanto jocoso y sin mala intención. Se da la circunstancia que en esa cena hay el mismo número de chicos que de chicas, pero después de todo lo que Ana ha escuchado de Manuel y de los primeras insinuaciones de éste hacia ella prefiere no dar más alas a sus posibles expectativas románticas.

Como tal no se inició ningún debate. Tan solo se desmintió esa posibilidad, aunque por parte de mis amigas a alguna se le escapase una sonrisa sin mala intención y a mí me dejase un poco helada, hasta el punto de que no me cohibí y propuse otra pareja para mí, a uno de los chicos de quien sabía ya tenía novia y no entendería mi alusión como algo distinto. Todos sabían que había salido de una relación y, en consecuencia, me sentía algo dolida cuando se aludía a ello.

Ana. Cena con los amigos

Es evidente que se avecina una buena tormenta en sucesivos encuentros, en caso de que lleguen a suceder. Como esto es una novela, es lógico que la historia no termine con la recepción de esa carta.

Le has roto el corazón, así que no quieras que te perdone tan fácilmente…

Manuel recibe la carta

Estuve a punto de contestarle, escribí varias cartas e incluso llegué a cerrar el sobre escrito con su dirección, aunque al final no me atreví a echarla al Correo, pensé que ya me había dejado bastante claro lo que sentía y no serviría de mucho que se alargara aquella situación. Habría sido tan inoportuno como ella y la verdad es que no quise que se sintiera molesta por mi culpa. Había sido yo quien había iniciado toda aquella historia y Ana era quien sufría las consecuencias. Es decir, si ya me sentía bastante mal por el hecho en sí, el remordimiento de conciencia por cómo se sentía ella pesaba aún más, en especial si no éramos capaces de superarlo y continuar con nuestras vidas como si todo hubiera sido algo anecdótico, aunque en los comentarios de nuestros hermanos no hubiera ninguna maldad o, en todo caso, quisieran dar a entender que el asunto estaba olvidado o no había sido tan grave como parecía.

Manuel,
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