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La idea es que hoy os hablase de «Esperando a mi Daddy» de mi décimo cumpleaños, del 10º cumpleaños de Jessica, 21 de abril de 1991. Sin embargo, después de haberlo subido a la web, dado que se trata de mi diario, de un relato en primera persona, poco o más de puede decir o añadir. Tan solo son los sueños e ilusiones de una niña de 10 años y, aunque no por ello mi vida deja de ser menos intensa, poco más se puede añadir al respecto. A esas edades yo era una niña un tanto peculiar.
Dado que se trata de mi día, porque a veces a Daddy le entra el vago y me deja a mí todo el trabajo, si no os importa. Ya sabéis, él se ocupa de hablaros de sus poemas, su vida y de la novela «Silencio en tus labios», yo tan solo de «Esperando a mi Daddy», pero esta vez intercambiamos los papeles. Espero ser capaz de hacerlo bien ¡Qué nervios!
Previo a velada del 26 de julio de 2003
Velada del 26 de julio
A la altura en que está la novela, en ese momento álgido en que parece pender de un hilo, de una decisión que esa historia de amor continúe porque estoy segura de que casi nadie quiere que se acabe, Daddy me carga a mí con la responsabilidad de contaros lo que sucede, de darle un punto de vista diferente. Según Daddy, el desenlace de los acontecimientos es más un asunto de chicas, porque la verdad es que en lo referente a Manuel, el personaje, va de metedura en metedura de pata y así es lógico que no se haya formado aún un club de fan con su nombre, como he leído en alguna entrada y explicación al respecto. Es esta ocasión porque malinterpreta la actitud sería de Ana y, sobre todo, saca un poco de contexto sus advertencias. Debe ser verdad eso de que a los hombres les cuesta entender a las mujeres. En su caso, quizá se lo podamos disculpar porque es un inexperto en esto de la relación de pareja.
Lo positivo es que mientras que a Manuel parece que se le viene el mundo encima, que no parece haber aprendido nada de la convivencia de la pascua, con esos cambio de ánimo por parte de Ana, ella sí tiene motivos para sentirse optimista, motivada, aunque también un poco contrariada porque Manuel parece que la evita, que hubieran podido pasar las horas sentados y compartiendo banco en la capilla, pero entre las idas y venidas de uno y otro, lo que más destaca de esas horas es que les cuesta coincidir. Ya que Ana se muestra tan centrada en la convivencia, poco dispuesta a las bromas, Manuel se siente un poco perdido. Por una parte los amigos le han aconsejado que se agarre a ese banco como si de ello dependiera su vida, pero pasar más de cinco minutos al lado de Ana, reprimiendo esa búsqueda de complicidad, de entendimiento entre ambos, por no incomodarla, le ataca los nervios. Ni una mirada, ni una caricia, ni una sonrisa, nada. En la capilla no hay lugar para las tonterías, pero tampoco debería haberlo para las ausencias, dado que Ana tan solo pretende disfrutar de su compañía.
Lo bueno es que Manuel se ausenta y Ana tiene ocasión de echar mano del cuaderno, saciar ese anhelo de su compañía con la lectura de alguno de los poemas que éste tiene a bien escribir y que son un reflejo de cómo se siente, aunque Ana lo haga con la discreción de quien no quiere verse sorprendida, porque sabe que éste le ha confiado el cuaderno para que se lo guarde, para no llevarlo consigo cada vez que se levanta del banco, se entiende que no para que ella curiosee, para que lea de primera mano lo que tal vez aún necesite un último repaso antes de dejárselo leer, o de que acabe en el cajón junto con el resto, porque parece ser que esa es la finalidad de todo lo que éste escribe.
¿Os habéis dado cuenta? Manuel dice que está enamorado de Ana, pero aún no le ha escrito ni dado ningún poema. ¡Si es que Daddy cuando se pone en plan escritor de novelas románticas protagonizadas por él mismo, es poco detallista en en ese aspecto! La pobre Ana se tiene que conformar con esos asaltos al cuaderno. ¡Por lo menos tiene el cuaderno! ¿Os imagináis que hubiera sido de esta pareja, si no hubiera habido ese mínimo de comunicación entre ellos? Como Ana no parece que tenga por costumbre exponer su vida ni sus sentimientos con esa pasión, el pobre Manuel se ha de conformar con lo que ésta le diga de palabra y como es lógico, sus palabras de aquella mañana y sus silencios de todo el día no aclararan mucho.
Velada
Vayamos a lo importante ¿Os parece? La convivencia, las actividades, se trasladan al patio.
Tras la cena se nos dieron quince minutos de libertad para que cada cual hiciera lo que considerase oportuno en esas circunstancias; el punto de encuentro para después sería el patio,
Ana
Todos necesitan tomar el aire y verse en un ambiente un poco más distendido, que no todo va a ser asentar el culo en el banco ni escaparse de la capilla para tener ocasión de hablar entre ellos, de manera que ¡hale, todos al patio! Una velada a a luz de las farolas, un momento de complicidad para las parejas y de compartir entre todos, dado que la vida de pareja va mas allá de las paredes de la capilla, que también hay bancos en la calle donde sentarse y en su defecto un escalón o el frío suelo, aunque siempre cabe la posibilidad de que alguno se canse de estar en la calle y sienta el impulso de volver a la capilla. Pero esa noche dejemos y disfrutemos del frescor de la noche, dejemos que fluya el romanticismo, si es factible.
Los chicos no deberían estar ni entrar en las habitaciones de las chicas, pero entre chicas hay confianza, por lo cual, si entre las impertinencias de Daddy como escritor ha estado eso de meterse en el dormitorio de Ana cuando se despertó esa mañana «Se regala novio impertinente» que ahora sea yo quien acompañe a Ana sea testigo de su prepararse para la velada, no parece que sea tan grave. Yo tampoco pretendo avergonzarla por contar nada. Pero me parece justificado eso de que prefiera cambiarse de ropa, que, en realidad, es de actitud. Entiende que el frío que pueda hacer en el patio no va a ser tan solo por la temperatura ambiente, aparte que está dispuesta a mostrarse un poco más receptiva a esos mimos por parte de su novio, que a nadie le va a parecer mal que se deje querer un poquito, porque no todo en su vida van a ser malentendidos ni distanciamientos. Ella busca tener con Manuel una relación lo más normal posible. Sobre todo tiene algo importante que preguntarle y entiende que sentados cada uno en un rincón del patio a ser un poco complicado.
Si en la capilla, en el banco, por uno u otro motivo, han mantenido las distancias, aunque entre ellos hayan sido más corta que con el resto, a pesar de que quizás han pasado poco tiempo juntos, el hecho de salir al patio ha de propiciar que ese mayor acercamiento sin perder la compostura. Que Manuel entienda que no pasa nada porque se acerque, que Ana no muerde, tan solo le va a echar una mirada asesina, como sienta que no la trata con el debido respeto y ahí sí que va a saber lo que es mantener las distancias. De momento Ana se quiere preparar para sentarse tan cerca de él que le pueda hablar al oído, para que fluya la conversación, la complicidad de pareja, sin que la presencia de los demás suponga un problema y sin que el hecho de estar tan juntos sea una distracción

La actitud de Manuel es la de salir al patio y esperar que los demás le sigan, se muestra cumplidor con los horarios, responsable. Sin embargo, como se da a entender en la versión de Ana, se olvida que no está solo, ya que ni siquiera se toma la molestia de esperarla, aunque ésta deja constancia de que tarda en bajar, en acudir. Incluso se permite justificarle.
Fui de las últimas en salir al patio y me encontré con que él ni quiera me había esperado en la puerta para que saliéramos juntos, parecía haberse desentendido de mí, lo cual me tomé con cierta condescendencia porque supuse que habría bajado con idea de que yo ya estuviera allí y le había dado apuro subir a buscarme, no fuera a pensar que me agobiaba porque me sintiera demasiado controlada.
Ana
A mí me da la impresión de que Manuel mantiene la actitud de toda la tarde y que ya no sabe qué hacer en cuanto a su relación con Ana porque haga lo que haga seguro que mete la pata, por lo cual, se ha resignado y se deja llevar por los acontecimientos. Ni tan siquiera da a entender que le guarde un sitio a su lado. Mi impresión es que Ana se retrasa y se relaja porque confía en que se preocupará por los dos. Sin embargo, la falta de detalle por parte de Manuel, la encuentra en los demás, porque entienden que ella querrá sentarse a su lado y sobre todo que entre las presentes ninguna pretendía quitarle el sitio.
De hecho, tal y como se había sentado todo el mundo y en particular él, había sitio a su lado, por lo cual, sin que diera la impresión de que corría a su encuentro, no me lo pensé demasiado a la hora de decidir dónde sentarme.
Ana
Con esa tranquilidad, con esa seguridad propia de quien se siente enamorada y sabe lo que quiere, se permite desfilar delante de todo el grupo y encamina su pasos hacia donde está Manuel, quien se ve un poco sorprendido y a la par aliviado porque entiende que aquello es el fin de su pesadilla, que de golpe y porrazo, de un plumazo, se desvanecen todos sus temores. Y si el sábado por la noche, en la pascua, su inquietud era que los demás no fueran capaces de entender que Ana quisiera estar con él, que les faltaba muchos besos por darse, Ana, en esta ocasión, no tiene reparo en agarrarse a su brazo para que no se escape, para proclamar delante de todo el mundo que aquel era «su chico».
Y así mientras el grupo comparte impresiones y ellos mimos de enamorados, sin perder la compostura ni las formas, intentando recuperar ese día perdido por causa de ese desafortunado comentario de Manuel y la frialdad o el malentendido generado después. Ana aprovecha para preguntarle a Manuel por sus intenciones para el día siguiente, confiada y esperanzada en que se quedará al menos durante un día.
En vista de las expectativas poco alentadoras ante su marcha, se quedaba sin excusas para negarse. Por los allí presentes, por mis padres, como se le ocurriera marcharse, provocaría que dudarán de nuestra relación, de manera que no tenía escapatoria.
Ana
Con esa respuesta termina el día para Manuel, ya no cuenta más. Mientras que para Ana la velada se vuelve un poco más intensa. Nos cuenta que tras la reunión en el patio, regresaron a la capilla para compartir el último rato de oración del día, que su despedida de esta noche fue en las escaleras, que se resiste a soltarse de su mano, pero tiene demasiado peso el temor de las explicaciones que habrán de dar como pasen de ese punto.
Al menos se llevó un beso en cada mejilla y una sonrisa que esperaba le ayudara a soñar conmigo, aunque dichos sueños fueran tan dulces como cuando de pequeño soñaba con angelitos dado que cuando nos volviéramos a ver por la mañana me tendría que querer tanto o más como yo le querría a él.
Ana
Cuando Ana llega a su habitación, y aunque ya sea un poco tarde, tiene la prudencia de llamar y hablar con sus padres para informarles, no de que tiene la intención de escaparse de casa con quien considera que es el amor de su vida, sino algo mucho más comprometido, que le ha invitado a quedarse a dormir y espera contar con el beneplácito de éstos, porque eso de meter a chicos en casa, así, por las buenas, tampoco es algo que esté muy bien visto. Por supuesto, ocupará el dormitorio del hermano, dado que tras la marcha de éste se ha quedado como dormitorio de invitados.

Vamos que Manuel se puede ir mentalizando, porque de momento parece que le van a recibir con los brazos abiertos, pero me temo que la escoba se queda cerca por si acaso
Colorín colorado
Bueno, ¿Qué tal se me da eso te contar lo que no es mi novela? Yo creo que será mejor que para la próxima se ocupe Daddy, porque para mí esto de hablar de «Silencio en tus labios» me parece un poco raro. A mí se me da bien hablar de Daddy, me encanta, me pasaría las horas escribiendo sobre él, pero mejor que no me meta en sus líos.
A ver si el próximo día os hago alguna reflexión sobre mi infancia o cualquier otro momento de mi vida.
De verdad que merece la pena conocer a Daddy, aunque sea Daddy. Como se cuenta en esta aparte de la novela, lo cual creo que es una declaración de sus torpezas, a veces se deja llevar por sus primeras impresiones y se confunde. ¡A ver quienes el listo que después se atreve a plantarle cara al destino! Ja ja ja
Ya, si eso, que mañana, o cuando tenga tiempo, que os lo cuente él.
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