¡Mira, ya tienes mi dirección!

Sábado, 27 de septiembre ( más continuación)

Tras el paseo por la ciudad, en torno al parque, para que Ana pudiera conocer el pasado y la vida de Manuel, regresan a casa de éste. Ana ya ha tomado la determinación de regresar a su casa antes de que se le haga tarde, porque no ha venido a pasar la noche ni el fin de semana. no hay nada que Manuel puede decir, hacer o prometer para convencerle de que se quede. El único argumento que le da para que retrase un poco su marcha es que merienden. Además de todos modos han de subir los dos al piso porque Ana ha de recoger su mochila y con ello encuentra una buena excusa para pasar por el aseo, cuando en realidad su temor es encontrarse con alguno de los hermanos de Manuel y que se hayan de hacer las oportunas presentaciones. De momento ella no se siente demasiado preparada para verse en esa tesitura, aunque sea consciente de que tampoco lo puede aplazar durante mucho tiempo, dado que ella es la chica que ha conquistado el corazón de Manuel, lo que es como tener la puerta abierta para sentirse parte de la familia. Manuel ya ha conocido a sus padres y a su hermano.

En cuanto entramos en el piso, me fui directa al cuarto de baño, en aquella ocasión fue premeditado y con toda intención, después del paseo necesitaba un par de minutos de intimidad y tranquilidad, aunque le diera la impresión de que me escondía para evitar situaciones comprometidas, como tal vez había supuesto aquella mañana tras mi llegada al chalé.

Ana

Curiosidad de a novela o del personaje, pero lo cierto es que se se desmitifica por si sola, dado que cada ves que entre en casa, ya sea en la suya o en la de Manuel, se va directa al cuarto de baño. Lo cual como escritor me planteo más como un reflejo de su naturalidad, de que no necesita guardar ni mantener la apariencias ante Manuel, porque sí, porque las chicas también van al baño cuando lo necesitan

ya fuera porque tuviera motivos o porque no fuera más que una excusa tonta para tener un momento de tranquilidad, de descanso, para salir de allí con el entusiasmo renovado y disfrutar de su compañía

Ana

La excusa, la justificación que este detalle tiene en la novela en los acontecimientos, es que Manuel, al verse solo, al encontrarse en su casa necesita buscarse alguna excusa para retener a Ana, aprovecha que ésta se desentiende de él para alargar un poco más esa conversación sobre su vida. De hecho, como han aludido a los poemas, entiende que es la ocasión para que Ana sacie su curiosidad, para compartir con ésta todo lo que para los demás es un misterio «cosas de Manuel». Hasta cierto punto se ampara en el interés por los poemas para no quedarse en el pasillo expectante a que Ana salga, casi diría que prefiere hacerse el distraído.

Cuando me quise dar cuenta, la tenía detrás de mí con sus brazos apoyados sobre mis hombros y sus ojos leían en silencio lo que aparecía en la pantalla del ordenador, silencio que sus labios no rompieron.

Manuel

¡Mi “amigo” era Manuel!

Directamente me adueñé del ordenador, fue un acto impulsivo porque él no demostraba mucha iniciativa en el sentido que pretendía y tampoco tenía tanto tiempo que perder antes de que fuera hora de marcharme.

Ana

Ana tiene prisa y poco tiempo que perder. Se acuerda que en su visita de julio Manuel se marchó sin que se intercambiasen los correos electrónicos, por lo que Ana prefiere subsanar dicho fallo ante la evidencia de que Manuel no demuestra demasiado interés. Lo de los poemas está bien. tiene ocasión de leer uno que le ha dedicado, pero mejor si los próximos en vez de guardarlos en el ordenador, se los puede mandar a su correo, dado que ella va a estar encantada de recibirlos

De hecho, era posible ya tuviera su dirección de email porque en los meses previos se había iniciado la costumbre de intercambiar mensajes de grupo entre la gente del Movimiento y de algún modo había comenzado mi peculiar colección, al menos para tenerlos identificados y que los mensajes de esa gente no se fueran al buzón de no deseados.

Ana

En este caso, mi dirección de correo no estaba identificada bajo ningún nombre, sólo bajo el login “amigo”, evidenciaba que Ana se debía haber guardado esa dirección en espera de poder identificar a su destinatario en futuros mensajes, si es que alguna vez le llegaba alguno.

Manuel

La confianza de Ana se pone de manifiesto porque con este detalle da a entender que le ofrece a Manuel su dirección de email personal, le hace ser parte de su intimidad, de sus secretos, de lo que tan solo comparte con conocidos y amigos. Sin embargo, Manuel, se puede sentir considerado como su novio, por lo cual se hace indispensable que se incluya en ese lista de direcciones. En todo caso ambos se sorprenden al descubrir que esa dirección de email, la personal de Manuel ya aparece en ese listado, aunque Ana no lo tenga identificado como tal. ¿Será una de las incluidas en el listado de mensajes compartidos entre los amigos? Si tan solo está identificada como «Amigo» será que en ésta no hay nada que le vincule con Manuel. ¿Cómo es posible que Ana conozca la dirección privada de Manuel? Y, sobre todo ¿Por qué sorprende al descubrirlo, al verse sorprendida?

Sin embargo, el pseudónimo bajo el que estaba identificada aquella dirección fue lo que me dejó sin habla “amigo”. Su hallazgo era mucho más relevante de lo que él suponía y de lo que le quise dar a entender en aquellos momentos, porque no me pareció que fuera lo bastante consciente de su relevancia.

Ana

Este «amigo» es «el Poeta», su amigo de Internet, de la página de contactos. Con quien contactó en junio de 2001 y con quien a lo largo de los meses previos le ha estado contando sus penas y desencuentros con referencia a Manuel. ¡Sí, le ha estado contando sus penas e intimidades a Manuel!

Ana: Entonces completa los datos. – Le contesté. – Así sabré que eres tú.

Ana

Es lo único que se atreve a pedirle y a confesar, porque de lo contrario se muere de la vergüenza allí mismo, dado que de pronto todo su mundo ha dado un vuelco, dado que en agosto había decidido contar con aquella relación para centrar todos sus sentimientos y atenciones en Manuel. de hecho, se alegró de que «su amigo» le respondiera y aclarase que a él también le estaban yendo las cosas bien, que había encontrado estabilidad con la chica que había cautivado su corazón y le había atormentado en los meses previos. Esa «chica atormentada» es ella. Ahora ya le puede poner cara y nombre. Para Ana ese anonimato se ha desvanecido, le ha quitado la máscara a su amigo y ahora puede pedirle con toda tranquilidad que comparta con ella todos esos datos que hasta ahora le ha ocultado.

¿Por qué Manuel no reconoce en la dirección de Ana la de su amiga, «la Dulce Gatita«? Tal y como Ana argumenta, ella manera varias direcciones y para las redes sociales utiliza una algo más personal y privada. Manuel es su novio, pero tampoco hay necesidad de que tan pronto le descubra todos sus secretos, cuando la intención no es esconder esa relación de pareja, sino que éste se sienta más integrado en su vida social. lo del intercambio de direcciones para que se favorezca la comunicación entre ellos, pero lo importante es que intenten pasar tiempo juntos

Preferí no perder mucho más tiempo y consideré que ya era momento de que me marchara, consciente de que me iba sin haberle dado mi dirección de e-mail, sin haber aprovechado la ocasión para curiosear en su buzón de correo.

Ana

¿Y la Dulce Gatita?

Ahora que tengo ocasión de releer este pasaje de la novela, caigo en la cuenta de que es Ana quien se percata de que la dirección de email de Manuel está en su listado de contrario y no al contrario. Evidencia de que escribí este pasaje hace tiempo y hay detalles que se me olvidan. En realidad la idea o intención es acusar a Manuel de acaparar toda la información sobre sus amigos, sobre la gente del Movimiento, aunque éste no participa en campamento ni convivencias. Sin embargo, lo lógico es justo como se plantea en la novela, que sea Ana, con una mayor implicación y vida social, quien disponga de dicha información. En referencia a lo que sucedía por aquel entonces con los intercambios de mensajes, tampoco era tan raro que hubiera más de uno sin identificar que la gente para cuestiones personales se inventase nombres ingeniosos.

En cualquier caso, este descubrimiento por parte de Ana, como parte de la novela, tendrá su relevancia más adelante, porque Ana no se va a olvidar de su «Poeta», no va a permitir que las distancias ni los acontecimientos hagan mella en su particular historia de amistad, de un amor que no se llega a plasmar de en nada. A «la Dulce Gatita» le queda novela para rato, aunque se a a encontrar con que el amor de su vida tan solo le es fiel a esa chica de la que se ha enamorado y como suele decirse esos mensajes acaban en la carpeta de Spam hasta que alguien siente la curiosidad de leerlos porque accede al buzón de Manuel casi sin querer de manera que encuentra respuesta a muchas de sus preguntas e inquietudes.

¡Nos vamos de boda!

Con esto se acaba la cita y su reencuentro será para la boda de Carlos, porque sí, seguro que Manuel acude, además el día antes para pasar todo el fin de semana con Ana. Sin embargo, como ésta anda un poco nerviosa y él se siente un tanto fuera de lugar, habrá ocasión para que los cimentos de su amor tiemblen un poquito, pero ya sabéis lo que se grita en las bodas: «!Que se besen, que se besen!» Ana no va dejar que su chico se le escape en esta ocasión.

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