Introducción
Esta tarde, en esta entrada, una vez que en la entrada anterior ya he aludido a esa primera conversación romántica para afianzar y hacer oficial su relación (El otro pueblo) Porque este par de tortolitos entre unas cuestiones y otras parece que a lo largo de todo el domingo no tienen ni cinco segundos para estar juntos, hasta que casi el momento de marcharse y da un poco de pena pensar que se han de separar hasta la siguiente ocasión que tengan de verse. ahora no pueden menos que lamentarse por no haber aprovechado mejor estos días de convivencia, porque los demás se han malacostumbrado a verles por separado, que se evitaban y resulta un tanto sorprendente que ahora sean un par de almas inseparables, pero es que «a la Pascua no se viene a hacer el tonto» y eso es justo lo que Ana se tenía que Manuel haría. No vio demasiada seriedad por parte de éste y ella tampoco es una chica que se vaya a rendir con tanta facilidad a los encantos ni insinuaciones de nadie por mucho que se lo pida el corazón.
Sabemos que Ana es una chica que actúa con cabeza, aunque en ocasiones esas deducciones suyas le ocasiones algún que otro conflicto. Sabe muy bien lo que quiere y deja claro que no e gusta que jueguen con sus sentimientos ni saquen conclusiones precipitadas. Ella es de las que habla en serio. Mientras que Manuel da a entender que actúa por impulso y no siempre atende a razones, por las reiteradas ocasiones en que Ana le ha dejado clara esa falta de interés por sus pretensiones y éste no se lo ha creído del todo. Por mucho que Manuel insista, Ana no es una chica que quiera complicarse, aunque al final haya sido ella quien haya dado el paso y cambiado de parecer ante la expectativa de perderle, de ser ella quien no se sintiera correspondida.

A nivel de la novela puedo confirmar que eso fue la base, la idea, que después me sirvió para escribir la versión de Ana, aparte de lo que yo denomino «el diario de Ana», sobre ese semana centrada en la convivencia de la Pascua. Dado que me parecía un poco pobre eso de que Manuel supiera de sus torpezas o de todo aquello que acontecía en su vida mientras que Ana daba la sensación de estar callada, de no verse tan frustrada como pretendía dar a entender.
Manuel tenía que ser en la vida de Ana alguien más que un chico un tanto molesto que le estropeara los encuentros con los amigos. Tampoco es que yo, como escritor, haya disfrutado con esa particular tortura, pero desde el principio lo planteé más como una liberación personal por parte de Ana, como una manera de que aflorase todo aquellos que en su discreción Ana prefería callar.
El lector debía ser capaz de empatizar con ésta desde el primer momento, que cada vez que se produce un nuevo encuentro entre los dos ya se intuya lo que puede pasar e incluso se produzca esa contrariedad por el hecho de que no suceda lo más previsible.
Una historia de 4
De esta primera parte de la novela queda pendiente de resolver un tema. En realidad, a nivel creativo fue uno de mis primeros recursos para dar un poco más de protagonismo y personalidad al personaje de Ana, por eso de al principio tan solo estaba la versión de Manuel, eso del «yo me lo guiso, yo me lo como», pero Ana pedía a gritos salir de ese ostracismo literario, romper con ese silencio, con esa condena de ser un personaje secundario más. un recurso que según escribía la versión de Ana me pareció curioso y hasta imprescindible conservar, acentuar en ambas versiones, para que hubiera ese mayor contraste.

Obviando el pasado sentimental de Ana y Manuel, el caso es que en esta historia hay alguien más en sus vidas. Detalle que entiendo conocen aquellos que han seguido la novela desde el principio y no tan solo por mis reflexiones, aunque si hago alusión a ello en la página introductoria de la novela y dedico a cada cual la correspondiente reflexión. Ya sabemos quién es Carlos, quiénes son las amigas de Manuel y, por supuesto, conocemos la identidad de Manuel y Ana. Pero en este círculo amoroso falta una tercera pata en ambas versiones.
Los tres amores
Orden | Ana | Manuel |
1º amor | Carlos | Amigas |
2º amor | “El poeta” | “Dulce gatita” |
3º amor | Manuel | Ana |
«El poeta» y «La dulce gatita» son los respectivos confidentes, esos amigos anónimos conocidos o encontrados en las redes sociales a quienes les cuentan sus penas, de manera particular Ana como un modo de desahogo y que a Manuel le ayuda a entender la pesadilla que Ana padece por su causa porque da la sensación de que cada uno por su lado cada cual vive la misma historia o similar.
Junio de 2001
- Versión de Ana.- «El poeta»
Ana no quiere nada serio con este amigo suyo y tampoco espera que este se cree expectativas al respecto, le buscó porque necesitaba a alguien que llenase el vacío provocado por su ruptura con Carlos y la idea de que ese anonimato y esa distancia serían suficientes como para no implicarse de manera personal. Con esa frialdad, se atreve a desahogarse con él cuando empieza a vivir su particular pesadilla con Manuel.
- Versión de Manuel. – «La Dulce gatita»
Manuel intenta encontrar en las redes sociales eso se compense sus fracasos, aunque se topa con una chica que tampoco se muestra demasiado interesada en cubrir ese vacío y que además, le utiliza de paño de lágrimas, confiada en que al ser él un chico, sabrá darle una respuesta un poco más subjetiva, a la par que sincera, porque a los chicos, a los hombres, en ocasiones cuesta entenderles y no parece que ella sea capaz de encontrar en sus amigas ni en su entorno la respuesta que necesita.
De manera que como esta parte de la novela transcurre entre junio del 2001 y abril de 2003 hay tiempo y ocasión para que se intercambien algún que otro mensaje e incluso se ignoren; se sientan un tanto superados y contrariados por lo que les llega a su buzón de correo electrónico, dado que tienen la suerte de conseguir esa inmediatez en su correspondencia, sin intermediarios.
Hipótesis

El caso es que ¿y si, en realidad, el autor de esta novela no es más que un personaje más? ¿Y si yo supiera de la historia incluso menos de lo que afirmo? Porque lo que de verdad sucede es que al comienzo de la novela, en la Versión de Manuel, éste ya tiene la osadía de adelantar acontecimientos. Es más, como algún conocido me ha llegado a insinuar, ello le resta interés a la novela. Que te cuenten el final en la primera página, provoca que te saltes muchas páginas. Así no te tienes que ir a la última página del libro para saber si te gusta la novela. Cierras el libro y te dedicas a otra cosa.
Era absurdo que se planteara la posibilidad de que aquella tarde hubiera surgido el flechazo entre Ana y yo.
Manuel, 7 de octubre de 2000
Sin embargo, el relato en la Versión de Ana es mucho más pausado, más dedicado a disfrutar de la lectura, a dejarse sorprender casi en cada línea por saber de los progresos de toda este particular romance a saltos con idas y venidas, con más desencuentros que risas, con más silencios que miradas de pasión, con más brasas que fuego apasionados, pero al menos hay brasas y donde quedan brasas prende la chispa.
¿Y si, en realidad, Ana calla más de lo que habla? Y en esto quiero poner el quiz de la cuestión y la razón de escribir esta entrada en el blog. Ya sabemos que ella al final de este primer libro, tras esos días de pascua, de convivencia, se nos presenta como una chica que está locamente enamorada del chico de sus pesadillas, aunque, en el fondo, siempre haya sido el chico de sus sueños, pero ha de superar el recelo que tal enamoramiento causa en los demás con mayor o menor argumentación y sentido.
Manuel tiene su encanto muy en el fondo, según algunas, pero Ana es capaz de descubrirlo.
Se me ha ocurrido pensar que tal vez Ana, en el fondo, nos tenga engañados a todos y sepa o intuya algo que, como es lógico, los lectores de la novela podemos evidenciar casi desde el principio.
Me refiero al hecho de que, aunque es cierto que por mi parte quiero dar a entender que lo de «El poeta» y «la Dulce gatita» es algo así como un romance llevado en secreto, que, aunque ninguno de los dos parezca tomarse esa cuestión muy en serio, esa complicidad se hace evidente. Eso de que Ana le cuente sus penurias a un extraño no parece que tenga mucha lógica. No es de ser una chica muy sensata ni tan prudente como ella se muestra con los amigos, en su vida diaria.
Lo que se me ha ocurrido pensar, porque, si es algo que ocurre con posterioridad en la novela y que, como autor, aprovecho como un recurso más para enredar la trama, es que Ana intuya quién se esconde tras la identidad de «El poeta» con mucha más antelación de la que se descubre en la novela de manera casual y a no tardar mucho en el desarrollo de los acontecimientos.
Pero sería una temeridad, una osadía, que se lo preguntásemos a ésta directamente, recién concluida la convivencia, una vez que ella ha abierto de esta manera su corazón y no está dispuesta a que este chico se le escape. Ello podría dar explicación a muchas cuestiones y realzar aún más la discreción de Ana a la hora de hablar de sus asuntos personales. En realidad, es en la versión de Manuel donde se insinúa esa posibilidad.
cabía la posibilidad de estar conversando con el vecino de al lado sin darnos cuenta
Manuel, Junio de 2001
Habrá quien me diga que, como escritor, me he complicado demasiado, que me confundo al pensar que las mujeres llegan a ser tan rebuscadas y manipuladoras. Dado que, si como quiero dar a entender, Ana lo intuye, ya que conoce a Manuel tanto en persona como por lo que habla en confidencia con las amigas, sin olvidar las cartas que éste tiene el atrevimiento de mandarle por correo ordinario, tan solo le falta una evidencia clara para confirmarlo.

Como se da a entender, tampoco es que al principio su interés por éste sea lo que palpite en su corazón. No tiene mucho sentido que siga con esa historia; que siga con ese juego de amores secretos que al final no terminan en nada.
En cualquier caso, es una hipótesis que me atrevo a lanzar, porque ya aclaro que el hecho de saberlo en su momento marcará y mucho el devenir de toda la novela, pero que lo sospeche o descubra antes quizá justifique un poco más su valentía, su determinación.
Rumores
Ya en su encuentro del 15 de febrero de 2003 las amigas difunden el rumor de que ésta tiene novio, incluso antes de que alguien más pregunte o aluda al tema. Antes incluso de que se llegue a cruzar con Manuel.
¿Por qué no suponer que Ana ha estado compartiendo confidencias con las amigas, las ha tanteado cuando están a solas? ¿Quiénes pueden ser de su confianza y saber algo que ella ignora, conocer a Manuel hasta el punto de aclararle si éste es muy dado a buscar pareja por las redes sociales?
Es más, si Ana hubiera pretendido descubrir la identidad de «El poeta» y es fácil concluir que éstas no conozcan a tantos chicos que se ajusten a ese perfil, a pesar de que tampoco dispone de muchos más datos. De hecho, lo que sí se cuenta en la novela es que Ana se preocupa por confirmar si Manuel ha escuchado los rumores sobre ese posible novio que le ha salido y a quien nadie conoce. Es precisamente esa tarde cuando los dos se quedan solos
Ya he insinuado en alguna entrada anterior que eso parece más una pequeña trampa orquestada por Ana con la complicidad de las amigas.
En cualquier caso, Ana no tiene la menor intención de que se descubra su identidad en las redes sociales, cuando se tenga que despedir de «El poeta» se dirá que ya ha encontrado pareja y contará toda comunicación con éste, porque tampoco espera recibirla
¿Quién es la Dulce gatita?
En cualquier caso, lo que es seguro es que Manuel no sabe nada de la identidad de «La dulce gatita». No parece demasiado preocupado ni interesado por conocer su identidad, porque ésta le ha dejado claro que no busca una relación seria. Porque a pesar de la seguridad o la torpeza que comete al comienzo de la novela de aludir tan en serio al hecho de que Ana y él se va a producir ese flechazo, lo cierto es que se muestra un tanto frío, apático, encerrado en su mundo interior.
Es Ana quien le ha de hacer cosquillas para conseguir sacarle una carcajada, un beso; quien se vuelve loca de amor cuando le tiene conquistado y comiendo de su mano.
Manuel entenderá que una vez que se ha iniciado esa relación con Ana no tiene demasiado sentido que haya terceras personas y dado el desinterés de «la Dulce gatita», cerrará con ésta esa etapa e historia de su vida sentimental para centrarse en alguien que le corresponda de verdad.
Se admiten sugerencias
Sea como fuere, admito sugerencias y cualquier otra hipótesis que, sin desbaratar la novela, justifiquen el hecho de que una chica que lo tiene todo como Ana, salvo una salud de hierro, se fije en un chico como Manuel y se atreva a ser tan lanzada.
Si alguien saben quién se esconde tras el pseudónimo de «La Dulce gatita», que guarde el secreto, no vaya a estropear el desarrollo de la novela, porque de «El poeta» no vamos a saber mucho más.
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