Introducción
Otra nueva revisión y corrección de las entradas del blog sobre la novela «Silencio en tus labios«, siguiendo un poco el orden de las entradas publicadas estos días (Brillar con luz propia), en busca de dar una visión al modo de actuar de nuestra pareja, por la conveniencia o no de su proceder.
En esta secuencia de la novela, se trata del inicio de la convivencia de la Pascua, después de lo que ha supuesto en la relación de nuestra pareja el 15 de febrero, con esa conversación a la luz de las farolas, (Versión de Ana) (Versión de Manuel) sin que haya quedado demasiado claro hasta qué punto fue algo improvisado, aunque es evidente que Ana habla con claridad o con la sutileza de quien se permite conocer al causante de sus tormentos.
El caso es que, como ya he reiterado en muchas de las entradas alusivas a esos días de la novela, «a la Pascua no se va a hacer el tonto». Que no están muy claras las motivaciones de Manuel para acudir y que Ana tiene ocasión de conocer de antemano de ese reencuentro entre ellos y prepararse.
La intención a la hora de escribir estos días de la novela, como con casi todo lo que se cuenta en esta primera parte, es una cierta autocrítica, tal vez excesiva. Con la ventaja, la suerte, de que, al tratarse de una novela con dos puntos de vista, tengo la ocasión de intentar ser un poco más juicioso en ese comportamiento y esas valoraciones. De manera que a Manuel eso de «hacer el tonto» le sale de manera natural, incluso cuando se cohibe, cuando se muestra esquivo, si tiene la sensación de que su modo de proceder llega a resultar inoportuno.
De manera que esa tarde de miércoles, tanto Ana como Manuel tomarán posiciones de cara a la Pascua, la seriedad y formalidad de la primera y el hecho de sentirse un tanto descolocado por parte del segundo, porque se vuelven a reencontrar. Manuel necesita aclararse las ideas y los sentimientos del corazón.
El título de la entrada, este grito, resulta acertado para la novela, para ese romanticismo que se espera que aflore. Sin embargo, a la convivencia de la Pascua no se viene a hacer el tonto y así lo pone de manifiesto Ana desde que cruzan la puerta de la iglesia. Pero no podemos olvidar que ella ya viene mentalizada (previo a la Pascua)
Manuel ha de brillar con luz propia, demostrar que tiene personalidad y no se va a amedrentar frente a las dificultades. Porque está bien eso de que se comporte como es debido; se integre en el grupo y participe de las actividades con el mismo espíritu y ánimo que los demás. Ya que para eso ha acudido a la convivencia, para abrir el corazón, la mente y el alma, para dejarse cambiar por dentro. Ha ido a vivir la Pascua. Sin embargo, ésta es una novela de amor y lo que los lectores esperan es que haga el tonto.
¡Por favor, haz el tonto!
Nuevo capítulo. Versiones de Ana y Manuel. Ya se pueden leer. Pulsar en la imagen, al final
En los post/entradas de estos últimos días,
- ¿Quién va a ocupar tu puesto?
- Jaque a la reina
- ¡Ves preparando la mochila!
- Hola, Manuel
- Un espacio para los dos
A la hora de hablar de lo que se supone ha de suceder en los próximos días de la novela, en los que serán unos días de convivencia y oración con los amigos, el momento en que se produzca esa declaración de amor entre los personajes, he destacado la idea de que Manuel tiene que ponerse en evidencia, aprovechar la oportunidad para ese primer acercamiento. Lo que contrasta con el hecho de que a la Pascua no se va a hacer el tonto, que Ana es una de las que está de responsable y no va a dejar que la ponga en ridículo delante de todo el mundo, que para eso se va a rodear y proteger con sus amigas. Ante eso lo mínimo es que Manuel haga al menos el primer intento, aproveche la menor oportunidad que se le presente.

Ella le recibe con la mayor de sus sonrisas, se muestra afable con su llegada. Hace que su presencia y compañía destaque por encima de los demás, hasta que considera llegado el momento de ponerse seria, que no están allí para ligar y, en cierto modo, necesita demostrar un poco de seriedad delante de los demás. Necesita marcar distancias con Manuel para dejarle su espacio, con la expectativa de que éste haga el tonto, porque ella está segura de que éste será incapaz de reprimirse. Ya le ha dado pie y ahora espera verse correspondida. Le ha allanado el camino, pero espera que sea él quien tome la iniciativa.
¿Qué es hacer el tonto?
«Hacer el tonto» en el sentido de:
- no reprimir los impulsos del corazón,
- ponerse en evidencia delante de todo el mundo,
- demostrar interés por quien suponemos y entendemos es el objetivo de sus sentimientos, en los momentos, lugares y situaciones más inapropiados.
- Saltarse los convencionalismos sociales y querer destacar sobre el resto por méritos propios.
«Tonto es el que hace tonterías«.
Sin embargo, este «tonto», nuestro «tonto», el de esta novela e historia, ha de ejercer por derecho propio el título de «tonto enamorado», dicho con el mejor sentido. Se tiene que poner en evidencia; hacer el ridículo más espantoso, para que tenga sentido eso de que Ana se rodee de sus amigas, para que le observe de reojo y no salga de su asombro por tal atrevimiento u osadía. Todas esas tonterías serán por ella, por llamar su atención y conquistar su corazón.
¿Cuándo es el mejor momento para «hacer el tonto»?
Me refiero a a esta tarde de miércoles, como cada día de la Pascua es distinto y digamos que dentro de la seriedad de estos días es en el que se podría llegar a aceptar una mayor permisividad, complicidad.
Por supuesto, durante la misa no.
Durante la cena tal vez. Sin embargo, es el momento de tratar con aquellos con los que se va a forma grupo durante aquellos días. Porque, como la propia Ana nos cuenta, quizá con una cierta temeridad por su parte, Manuel se encuentra con gente con quien no tiene demasiada confianza. Aquellos que han venido de Toledo con él están en los otros dos grupos. Se entiende que por una cuestión de organización. Tan solo se indica el detalle que una de las parejas prefiere estar en grupos separados. Puede decirse que Manuel se encuentra un tanto solo, desamparado, aunque rodeado de buena gente, que no son unos completos desconocidos. Sin embargo, Ana parece esperar que, ante ese panorama, éste reclame su atención, porque ya sabe que a los de Toledo no les va a molestar con sus historias.
Si no es durante la misa, ni durante la cena ni siquiera en el momento de oración posterior para empezar a crear ese ambiente entre todos, tendrá que ser cuando se vayan a dormir. El alojamiento de los chicos está junto a la iglesia, pero el de las chicas se encuentra un poco alejado. Lo que es un momento y una excusa para que se demuestre ese cariño entre los novios, entre las parejas, y alguno aproveche para alargar la velada un poco más porque la tarde se les ha quedado corta y aún hay tiempo para acentuar esa amistad, complicidad y afinidad.
Sí, yo creo que sí. Ese es el momento perfecto para hacer el tonto ¿No os parece?
Hay que acompañar a las chicas hasta su alojamiento y dejar que repita ese cruce de miradas, ese momento de complicidad, esa despedida del 15 de febrero, con un «Buenas noches y dulces sueños»,
Cuando se marchó se despidió con un adiós en general y yo le respondí con un sentido “hasta luego”.
Ana, 15 de febrero
Me dio las gracias por la compañía y un “hasta luego” por el que creí que podía marcharme con la cabeza alta y mirando por encima del hombro a más de uno.
Manuel, 15 de febrero
Ampararse en el grupo y, como quien no quiere la cosa, juntarse con los demás y que Ana no proteste porque no tiene motivos. No hace falta que diga nada, pero, aunque sea en silencio y con cierta timidez, hacerse valer. Que ésta se de cuenta de lo mucho que la aprecia. Un último capricho, un «buenas noches» robado, un hacer el tonto con todas las de la ley y sin que nadie le tenga que acusar de nada, porque tiene el amparo de los demás.
¡Venga valiente, que tú puedes! Que, en el fondo de su ser, en cada milímetro de su corazón, Ana lo esté deseando, porque necesita saberse correspondida en eso que aún no termina de definir del todo, pero a lo que ya he la puesto nombre.
Tan solo algunos de los chicos nos acompañaron hasta nuestra casa. Manuel no fue uno de ellos. Consideró que no era necesario
Ana, Miércoles 16 de abril
Asuntos pendientes
Otro detalle de esta parte de la novela es que se vuelve a hacer mención a Carlos, al ex de Ana, quien se da a entender que sigue con su novia, pero le queda con Ana una conversación pendiente. Se verán y hablarán el sábado por la noche, en cuatro días. Ya parece que ha pasado el suficiente tiempo desde su ruptura como para que lo habido entre ellos forme parte del pasado, del olvido. Se supone que por fin Ana ya lo ha superado. Ahora ésta tiene los ojos puestos en otro chico y mantiene una relación de amistad con Carlos como si fuera otro chico más del grupo. Sin embargo, se han citado para el sábado por la noche. De hecho, Carlos no va a estar en la convivencia, pero ese momento entre ambos a ser un punto de inflexión en la historia. Carlos sigue siendo el líder carismático y lo que tenga que hablar con Ana debe ser importante como para que no pueda esperar, cuando, además, los dos viven en la misma ciudad y se supone que se ven con cierta frecuencia, cuando se reúne el grupo en la parroquia.
¡Ya tenemos el lío montado! El que esperábamos fuera a hacer gala de su encanto personal, pasa del tema. Se comporta sin mucha sensibilidad, parece que quiere demostrar aquello que ya no es necesario que demuestre. «¡Por favor, haz el tonto!».
Y quien se supone ha desaparecido de la vida de Ana parece que intenta recuperar un protagonismo que ya no le corresponde. Ya tiene novia.
Mientras que Ana de muestra segura de lo que quiere, pero parece que la situación se le escapa de las manos, si el amor de su vida no hace el tonto por llamar su atención.
¿Qué pasará? Tenemos hasta el último día de la convivencia para desenmarañar todo este jaleo y, a ser posible, le pedimos a Manuel que no se reprima. Que si alguien tiene licencia para hacer el tonto durante esos días es él. Que como Ana ha tomado la decisión de guardar silencio y mirar de reojo, nadie le va a protestar.
Manuel, si andas por ahí, no defraudes a la muchacha. ¡Haz el tonto como tú sabes!
Enlaces al pasaje de la novela
Un comentario en “¡Por favor, haz el tonto! (Revisado)”
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